< < Ir al PORTAL "Conciencia de Alma" > >

- Secuencias de un Ser -

   
    º
 

Este documento es el primero de una serie de 4, a saber:
1) Vidas encontradas de ese Ser.   2) Cartas solicitando colaboración en la investigación de una de ellas.   3) Preguntas y respuestas habidas en un foro de Internet.   4) Sobre Angel Baña.
Se enlazan al final de cada uno de ellos, para terminar con un enlace al portal "La Reencarnación".
 
Si quieres comentar acerca del contenido de esta Web,
puedes escribirme al correo:

 
Contiene esta página

14 de sus vidas más recientes, con algunas, entre ellas, no localizadas. [[ El día 11 julio 2013 se añaden "2 vidas más" a lo que había el 6 de noviembre de 2001 ]]

Vienen a mostrarnos la continuidad de los procesos de una personalidad y cómo ésta se encarga de ir reconduciendo lo que de sí mismo dejara en la vida anterior.

Página creada para ilustrar sobre cómo viene siendo la secuencia de vida de un alma en sus consecutivas encarnaciones. Podemos conocer en ello cómo se va construyendo una personalidad, de forma análoga a la sucesión de los días con sus noches de por medio.

¿Estarías dispuesto a ofrecer tu propia vida como elemento de investigación y como prueba de procesos del Alma, aunque pudieran tacharte de loco, de osado, de engreído, de ... todo lo que pudiera consistir en vejaciones a una persona? ¡No te preocupes, que no vamos a sacar a relucir el proceso de tu Alma, sino el de un Ser del que muchos conocen algunas de sus facetas!


ÍNDICE.- *Sacerdote Eye /// *Anónimo /// *Mestrio Plutarco /// *Plotino /// *San Jerónimo /// *San Benito de Nursia /// *San Isidoro de Sevilla /// *San Gil Abad /// *Bernardo de Claraval /// *Sto. Domingo de Guzmán /// *Sto. Tomás de Aquino /// *Johannes Capreolus /// *Pedro Mexía /// *Gaspare Aselli /// *Benito Jerónimo Feijóo Montenegro /// *Santiago Ramón y Cajal


* Sacerdote Eye   (siglo XIV a.C.)

Sacerdote egipcio del reinado de Amenofis IV (Akhenatón), que con éste y su esposa Nefertiti llevan a cabo la reforma religiosa consistente en la proclamación del culto a un sólo Dios, que vinieron a identificar con el Disco Solar, llamado Atón, forzando así la ruptura de la tradición politeísta egipcia.

[volver al Indice]

* Anónimo   (siglo I a.C.)

Médico de la Corte de Roma que, por pertenecer a la Cámara de Pilatos, tiene la oportunidad de conocer de cerca a Jesús de Nazaret y captar de primera mano los contenidos de las enseñanzas de éste, donde apreció la validez que tenían.

[volver al Indice]

* Mestrio Plutarco   (50-120)

(Queronea, hoy desaparecida, actual Grecia, h. 46 o 50 - id., h. 120)
Fue un historiador, biógrafo y ensayista griego.
Nace en la región griega de Beocia. Realizó muchos viajes por el mundo mediterráneo, incluyendo uno a Egipto y dos viajes a Roma. Gracias a la capacidad económica de sus padres, Plutarco estudió filosofía, retórica y matemáticas en la Academia de Atenas sobre el año 67.

La mayor parte de su vida la pasó en Queronea, donde fue iniciado en los misterios del dios griego Apolo. Sin embargo, sus obligaciones como el mayor de los dos sacerdotes de Apolo en el Oráculo de Delfos (donde era el responsable de interpretar los augurios de la o las pitonisas del oráculo) ocupaban aparentemente una parte pequeña de su tiempo. Llevó una vida social y cívica muy activa, además de producir una gran cantidad de escritos, parte de los cuales aún existen.

Más moralista que filósofo e historiador, fue uno de los últimos grandes representantes del helenismo durante la segunda sofística, cuando ya tocaba a su fin, y uno de los grandes de la literatura helénica de todos los tiempos.

Además de sus deberes como sacerdote del templo de Delfos, Plutarco fue también magistrado en Queronea (en Beocia) y representó a su pueblo en varias misiones a países extranjeros durante sus primeros años en la vida pública. Su amigo Lucio Mestrio Floro (de quien tomó su nombre latino: Lucio Mestrio Plutarco), cónsul romano, patrocinó a Plutarco para conseguir la ciudadanía romana.

Viajó a Sardes, a Alejandría y probablemente un par de veces (o más) a Roma. Sus amistades pertenecían a las altas esferas socio-políticas. Pese a estos contactos políticos en el Imperio Romano, Plutarco decidió siempre vivir en la pequeña población de Queronea al igual que todos sus antepasados.

Su trabajo más conocido son las Vidas paralelas, una serie de biografías de griegos y romanos famosos, elaborada en forma de parejas con el fin de comparar sus virtudes y defectos comunes. Las Vidas supervivientes contienen veintitrés pares de biografías, donde cada par comprende una vida griega y una vida romana, así como cuatro vidas desparejadas. Como él mismo explica en el primer párrafo de su Vida de Alejandro, Plutarco no pretendía tanto escribir historias como explorar la influencia del carácter (fuera bueno o malo) sobre las vidas y los destinos de los hombres famosos.

Los restos supervivientes de su trabajo se recopilan bajo el título de Moralia (traducidos como Obras morales y de costumbres). El título no se lo dio el propio Plutarco, sino el monje bizantino Máximo Planudes, que recogió en el siglo XIII diversos trabajos dispersos del autor, e incluso otros considerados hoy espurios, bajo este rótulo. Es ésta una colección ecléctica de setenta y ocho opúsculos sobre ética; política, considerada de forma realista y en que se contrastan superioridad intelectual de los griegos y superioridad política de los romanos; sobre Filosofía y Ciencia; sobre Teología; sobre Zoología; sobre Pedagogía (Plutarco sostiene que el fundamento de la educación es la lectura y la escritura y la comprensión del mundo infantil); sobre crítica y erudición; de tipo declamatorio; sobre Historia  y de temática miscelánea.

La forma de estos opúsculos es también variable y vacila entre el diálogo, la diatriba estoico-cínica, el tratado o el discurso epidíctico, lo que llamaríamos modernamente ensayo. Uno de los más importantes es Sobre Isis y Osiris, pues es el principal documento extenso sobre el culto de Osiris e Isis y además es posiblemente la última obra de Plutarco, por lo que de alguna manera sintetiza su pensamiento.

Los Moralia fueron compuestos en primer lugar, mientras que la escritura de las Vidas ocupó la mayor parte de las dos últimas décadas de la vida de Plutarco.

[volver al Indice]

* Plotino   (205-270)

(Licópolis ca. 203 - Roma 270)
Máximo representante del neoplatonismo, nacido en la actual Asiut egipcia. Se alista en la expedición del emperador romano Gordiano III contra los persas (242), con intención de conocer la filosofía de éstos y la de los habitantes de la India. Más tarde marcha a Roma, donde abre una escuela filosófica. Goza de gran prestigio por su modestia, su integridad moral y su desinterés. Personalmente, es un hombre sin ambiciones.  P. no se contenta con enseñar filosofía, sino que la vive. Para él, la filosofía no es mera ciencia, sino una forma de vida.

La doctrina de P. es un neoplatonismo panteísta. Arranca de su concepto de Dios, a quien denomina el Uno, origen y fundamento de todo lo demás. El Uno no es materia, porque no tiene partes; ni espíritu, porque el espíritu se conoce a sí mismo y habría dualidad en este conocimiento. El Uno es perfección infinita, más allá de toda determinación, y solamente puede ser expresado por vía de negación. Sin embargo, alguna determinación puede hacerse: es el primero, y es energía que sale de sí mismo para originar todas las cosas; de él emanan todas las cosas a través de un proceso de degradación que, arrancando del Uno, llegan hasta la materia. En uno de estos grados de emanación aparece la "nous", el espíritu, y de ella, el alma. Primeramente es el alma del mundo, que a su vez engendra la materia, que es una especie de no-ser. El mundo sensible aparece aquí, en este estadio. La materia es el mal, la fuente de toda imperfección. Por el conocimiento se produce un movimiento inverso al de causación, que nos lleva, que nos convierte a Dios. El alma humana, una parte del alma del mundo, aun situada dentro del cuerpo, está relacionada con el espíritu y aspira siempre a unirse con el Uno. Esto lo realiza a través de tres grados: la ascesis, la renuncia a la materia sensible; la contemplación de la belleza espiritual; y el éxtasis, el estrecho contacto con Dios. Esta última fase es privilegio de las almas superiores.

Los escritos de P., compuestos después de los 50 años, fueron recogidos, ordenados y publicados por su discípulo Porfirio. Éste hizo de ellos una colección en seis secciones con nueve tratados cada una, de donde le viene el nombre de Enneadas o novenarios. La influencia de P. es considerable. Su doctrina se difunde no sólo en el pensamiento pagano, sino también en los Padres de la Iglesia. Entre sus discípulos directos se encuentra el ya citado Porfirio. En la escuela siria, el neoplatónico Jámblico ejerce notable influencia en el pensamiento de S. Agustín. De la escuela de Pérgamo nace la corriente que defiende la cultura pagana contra el cristianismo.

P. es el último gran filósofo griego de la Antigüedad, en cuanto que sigue la tradición helenística, pero en su filosofía hay también influencias hindúes (identidad del yo con el ser universal). La línea de su pensamiento se continúa con diversas variantes hasta el s. VI, en que la filosofía cristiana se muestra más fecunda para resolver muchas cuestiones planteadas por los neoplatónicos.

[volver al Indice]

* San Jerónimo   (347-420)

(Dalmacia ca. 347 - Belén ca. 420)
El más docto de los Padres latinos y el mayor erudito de su tiempo. Pertenece a una familia cristiana acomodada y recibe una buena formación intelectual. Del 359 al 367 cursa en Roma estudios de Gramática, Retórica, Filosofía y Derecho. Allí recibe igualmente el bautismo de manos del papa Liberio. Después de un año de vida monástica en Tréveris, viaja a Oriente. Se retira al desierto de Calcis (375-377), donde compagina una vida de oración y dura penitencia con el estudio del hebreo. Conoce el arrianismo, que divide a la propia comunidad de monjes con los que vive. Viaja a Antioquía (377-379), donde Paulino le ordena presbítero, aunque con la condición de poder continuar en la vida monástica y no estar dedicado a la liturgia. En Constantinopla (379) conoce a S. Gregorio Nacianceno. Hasta más o menos esta época de su vida, tuvo pasión por la literatura clásica.

Tres años después entra en Roma al servicio del papa S. Dámaso. Se dedica entonces a revisar los textos bíblicos, al tiempo que realiza una labor muy fructífera de apostolado, con la que consigue atraer a infinidad de personas hacia el monacato. Estuvo en Roma tres años, periodo importante que señala un punto decisivo en su vida, cuando contaba unos 40 años. Desde entonces da principio a un trabajo intenso que durará hasta el final de su existencia.

Muerto S. Dámaso (384), J. se ve obligado a abandonar la ciudad, acosado por el clero romano, a quienes había criticado fuertemente en su preconizar la vida ascética y virginal. En el 387 le encontramos definitivamente asentado en Belén (actual Bet lehem israelí), donde vive el resto de sus días, haciéndose cargo de un monasterio para hombres. No abandona el contacto con el mundo intelectual, llegando a establecer enconadas polémicas con otros autores. Desde allí, lejos del mundo, se vio metido en todas las grandes discusiones y polémicas que agitaron la cristiandad en aquella época. Es acusado de origenismo por Rufino y participa en la lucha contra la herejía pelagiana, ya al final de su vida.

Como escritor, fue uno de los occidentales que más ha influido en la literatura cristiana posterior.
S. Agustín instaba en una oración a J. a que abandonara su labor de traducción del Antiguo Testamento y se dedicara a verter al latín obras cristianas orientales desconocidas en occidente; le preocupaban también las dificultades prácticas que iba a causar la nueva versión de J. entre las gentes habituadas al antiguo texto bíblico.
No obstante esto, las mentes más claras de su época, incluso en mismo S. Agustín, llegaron finalmente a valorar en toda su importancia la obra impresionante emprendida por J.

Sus últimos años son de trabajo intenso y frecuente carteo con los amigos que había tenido a lo largo de su vida. Su gran aportación a la Iglesia y a la cultura es la versión al latín de la Sagrada Escritura, conocida con el nombre de la Vulgata (versión reconocida por la Iglesia como auténtica). Es muy importante también su labor de exégesis (explicación e interpretación de la Biblia) y el realce que da al latín, cuya pervivencia durante cinco siglos más se debe a él. Bonifacio VIII le declara Doctor de la Iglesia (1295) Su fiesta se celebra el 30 sept. La orden de S. Jerónimo, creada por bula de Gregorio XI (1373), a instancias del canónigo toledano Fernando Yáñez y de Pedro Fernández Checa, surge por el deseo de imitar a San Jerónimo.

En su correspondencia epistolar muestra dos facetas diferentes. Adolece muchas veces de un cierto retoricismo que lo hace frío y convencional, probablemente influenciado de su formación académica. En la correspondencia de los últimos decenios de su vida, en cambio, o cuando escribe bajo la presión de situaciones que le afectan personalmente, encontramos un J. espontáneo y, en tantas ocasiones, apasionado. En sus cartas a los amigos íntimos redacta páginas inolvidables por su ternura.

[volver al Indice]

* San Benito de Nursia   (480-547)

(Nursia 480 - Montecassino 21 mar. 547)
Patriarca de los monjes de Occidente. Perteneciente a la nobleza provincial, sus padres cuidan su formación, tanto religiosa como profana. Una hermana gemela, Escolástica, es también santa.
Hacia los 20 años marcha a Roma, a unos 100 km. de Nursia, hoy Norcia, donde recibe una formación retórica. Son los tiempos de Teodorico, y la ciudad, con un cristianismo aún reciente, conserva bastantes vicios.  B. la abandona, antes de finalizar sus estudios, para hacerse eremita.

Inició su vida de asceta cerca de Tívoli, al apartarse un día del camino que le levaba a sus clases, en medio de una colonia de ascetas, sobre los que más tarde expresó que presentaban ciertos defectos, recogidos luego en sus Reglas al referirse a esos monjes. Un milagro que realizó para consolar a la nodriza que se empeñó en acompañarlo, le hizo huir de allí secretamente, pues no quería pasar por santo, instalándose a 10 km. de allá en una gruta que le sirvió de morada durante 3 años, junto a un valle con numerosas cabañas ocupadas por ermitaños. Por su incidencia en aquella población, su nombre se hizo famoso y pronto llegó a Roma, precedido de la aureola de la virtud y del don de milagros. Allá en Subiaco, organiza su vida ascética y define su manera de entender el apartamiento del mundo. Su fama se extiende, al tiempo que los patricios romanos le envían a sus hijos para que les forme. Con ellos funda 12 monasterios.

Posteriormente, se retira a Cassino, en otros tiempos villa de los principales personajes de la República romana. En el monte de esta ciudad y sobre las ruinas de un templo dedicado a Júpiter, levantó B. el monasterio que había de ser la cuna de la Orden Benedictina. Y fue en Montecassino donde escribe su "Regla", tras haberla vivido y probado personalmente; regla que hizo de él el legislador de occidente, pues desplazó a las otras que entonces se disputaban la hegemonía. Contiene un código moral (abnegación de sí mismo, obediencia y trabajo), un código litúrgico que antepone el servicio a Dios, un código disciplinar (verdadero acierto, pues supone el monasterio como una familia, al tiempo que exhorta con sabia sencillez a evitar la gula y el exceso) y un código político, que define la figura del abad.

La Regla es el fruto de una mente práctica y experimentada, que busca hacer más asequible la vida monástica a los hombres de su tiempo.  B., según le describe S. Gregorio, era un hombre reflexivo, serio, de rostro sereno y apacible, amante del orden, metódico y práctico, que aconsejaba a sus discípulos "no anteponer nada al amor de Cristo". Su Regla tiene aún plena vigencia en 225 monasterios benedictinos, 80 abadías cistercienses, 83 abadías trapenses (cistercienses reformados) y 227 conventos de benedictinas (1970).

Aunque B. es considerado el fundador de la Orden de su nombre, nunca pretendió fundar una Orden religiosa, sino reglamentar un monasterio. Aun cuando previó que otros cenobios adoptarían su código de vida monástica, no establece lazo de unión entre ellos. Así, pues, la orden de S. Benito no constituye una familia monástica perfectamente homogénea, unificada y centralizada. El nombre genérico de Orden de S. B. designa las corporaciones monásticas (excepto los cistercienses) que adoptan como norma de vida la regla atribuida a B.  En 1893 se constituye la Confederación de congregaciones benedictinas, bajo la presidencia de un abad primado, sin renunciar cada una de ellas a su independencia.

Durante la vida de B. se desarrollaron en Italia grandes convulsiones políticas y religiosas, que B. presenció y a las que intentó poner remedio.

[volver al Indice]

* San Isidoro de Sevilla   (560-636)

(Sevilla ca. 560 - ib. 4 abr. 636)
Último de los Padres de la Iglesia occidental, sucede a su hermano Leandro en la sede episcopal de Sevilla (600), completando la labor iniciada por aquél. Su formación corre a cargo de Leandro, pues sus padres, Severiano (perteneciente a una ilustre familia hispanorromana) y Teodora, fallecen siendo todavía un niño.

Su interés fundamental se centró en la formación cultural y ascética del clero, y a este fin dispuso la creación de escuelas episcopales en Sevilla, y a nivel de España el promover la creación de escuelas monacales. Sus dotes de organización y su prestigio le ponen a la cabeza del II sínodo de Sevilla (619) y del IV conc. de Toledo (633), de los cuales han de surgir dos de las fórmulas trinitarias y cristológicas más precisas de la Antigüedad. Se ocupa igualmente de la liturgia, alguna de cuyas manifestaciones subsiste hoy en el rito mozárabe toledano. Al mismo tiempo, intensifica el incipiente monacato de la Península, redactando una "Regula monachorum" que compendia las de S. Benito, S. Pacomio y la de Casiano.

Rodeado de una gran incultura, propia de una tierra alejada de los focos eruditos de la época, se propone difundir todas las ramas del saber de su tiempo entre aquellos que tiene a su cuidado. La consecuencia es una gigantesca labor de tipo enciclopédico, que no cesa de influir en el mundo conocido de la Edad Media. A través de un estilo elegante, pero sencillo y preciso, reúne a modo de sentencias todo el saber eclesiástico y pagano de la época. En Teología, su "Sententiarium libri tres" sirve de base a las Sentencias de Pedro Lombardo. Para redactarlo, se sirve de los escritos de S. Agustín y de S. Gregorio. Otro libro clásico entre los clérigos medievales es De ecclesiasticis oficiis, que dedica a su hermano Fulgencio y en el que expone con originalidad la evolución de la liturgia y las doctrinas de los sacramentos y de la jerarquía eclesiástica. A su hermana Florentina dedica De fide catholica contra Iudaeos, obra de carácter apologético y mesiánico.

Respecto al Antiguo Testamento, comenta casi todos sus libros, explicando su sentido. Son también muy importantes sus aportaciones a la historia, la filosofía y la lingüística. Redacta una historia universal, Chronicom maior, que recoge los acontecimientos conocidos hasta el 615. A la historia de España aporta la Historia de regibus gothorum, que nos ha permitido conocer la existencia de reyes suevos y vándalos. En este sentido se sitúa igualmente su De viris ilustribus. Entre sus obras de carácter filosófico destaca De natura rerum. Pero son sus Etymologiae, obra lingüística, las que hacen de I. un verdadero nexo entre la cultura antigua y la medieval. En ellas se recoge todo el saber de su tiempo. Por la cantidad de copias que se han encontrado en Europa, se supone que su difusión debió de ser extraordinaria durante varios siglos posteriores. A ello contribuyen fundamentalmente los monjes franceses e irlandeses. Toda esta ingente labor sitúa a I. como uno de los grandes eruditos de todos los tiempos y obligado punto de referencia en la historia de la cultura. Su producción escrita, de carácter enciclopédico, se refiere a los campos más variados del saber. Su estilo es sencillo, elegante y preciso.

Inocencio XIII le declara Doctor de la Iglesia el 25 abr. 1722. Su fiesta se celebra el 4 de abril, fecha del aniversario de su muerte.
Murió muy aquejado del estómago.
Redactó Reglas al monacato, a hombres; su hermano Leandro lo hizo a mujeres.

[volver al Indice]

* San Gil Abad   (640-721)

Nació en la ciudad de Atenas, recibiendo una educación esmerada. Su padre se llamaba Teodoro y su madre Pelagia. Al quedar huérfano y rebosar en piedad, se deshizo de todos sus bienes, dio su producto a los pobres y ya no pensó más que en Dios.
Favorecido ya entonces con el don de hacer milagros, muy en breve se extendió la fama de sus virtudes por toda Grecia, en términos que lo llamaban el santo; y entonces fue cuando a impulsos de su humildad se embarcó para trasladarse a otro punto donde no fuese conocido.
Se dirigió a Francia y se estableció cerca de Arles, al lado de San Cesáreo, obispo de dicha ciudad. Según algunos, llegó a ser abad de una floreciente comunidad. Nada se sabe de fijo y su leyenda se ha mezclado en muchos sucesos y milagros que de este santo se cuentan.

Por ruegos del rey de Francia, recibió discípulos que observaron la regla de San Benito.
Tras un nuevo acoso hacia su humildad, atravesó el río Ródano y halló en una de sus riveras un santo ermitaño, llamado Veredimo, en cuya compañía se detuvo. Mas otros análogos sucesos lo hicieron dirigirse a la desembocadura del ese mismo río, donde halló una selva muy sombría y se instaló en una cueva amenizada por un arroyo.
Se dice de él que el rey Wamba (rey visigodo de España, del 672 al 680), yendo de caza, lo encontró solitario en una selva de la Galia Narbonense, y conociendo sus méritos, le favoreció grandemente, con que pudo edificar varios monasterios que rigió hasta su muerte el 1º de septiembre del 721.
Cuéntanse muchos milagros suyos después de muerto.

[volver al Indice]

* Bernardo de Claraval   (1090-1153)

(Fontaines-les-Dijon 1090 - Claraval 20 ag. 1153)
Reformador del Císter y Doctor de la Iglesia. Su padre es caballero en la corte del duque de Borgoña. A la muerte de su madre (1111), ingresa en los cistercienses junto con cuatro hermanos y un tío suyo, a los que luego se unen su hermano menor y su padre. Fue el Císter una orden religiosa fundada por S. Roberto de Molesmes con el objeto de devolver a la regla de S. Benito su sencillez primitiva, pero que derivó hacia beneficios concedidos que relajaron la severidad de aquellas, por los prosélitos que se le añadieron en los primeros años de su existencia, hasta que en plena crisis y tras el ingreso ( en 1112) de Bernardo consigue ir recuperando su espíritu originario.
Así, el hombre deseoso de mayor perfección encontraba en la austeridad del Císter, en su alejamiento del mundo, el clima más propicio para sus aspiraciones.

Gracias a él, el Císter empieza a sustituir espiritualmente al ya relajado monasterio de Cluny. En 1115 funda la abadía de Claraval, de la que dependen 68 abadías a la muerte de B.  Se puede afirmar que, gracias a su santidad personal, acaban en Europa las tensiones existentes entre los poderes civil y eclesiástico. Combate el catarismo, por entonces bastante organizado. Los conventos fundados por el santo constituyen el verdadero dique de contención de esta herejía. Dotado de una sólida formación doctrinal, descubre los errores de Abelardo y de Arnaldo de Brescia.

Como rasgo principal de la espiritualidad de B., se señala el entusiasmo por la devoción a la humanidad de Cristo, humillado en su nacer y morir. Por eso la humildad, fuertemente unida a la pobreza y a la abnegación es la base de su espiritualidad.

Su prestigio como hombre de diplomacia hace que los príncipes acudan a él para resolver sus litigios. En medio de esta actividad, no descuida su vida contemplativa ni la formación de sus monjes. La dura disciplina a la que se somete acaba por arruinar su salud, pero no mengua su actividad. Le preocupa sobre todo la santidad de quienes gobiernan, cualquiera que sea su estado. Por medio de abundantes cartas, dirige espiritualmente a infinidad de personas en toda Europa. Su actividad literaria es inmensa. Aparte de tratados doctrinales, ha dejado libros clásicos de espiritualidad (Del amor de Dios), que ejercerán gran influencia en siglos posteriores. Destaca su amor por la Virgen María, como uno de los legados más importantes que hace a la posteridad, al desarrollar la doctrina sobre la Señora, no obstante no admitir la inmaculada concepción. La fe católica encuentra un valioso defensor en este hombre, canonizado a los 20 años de su muerte.

B. es promotor del ideal de perfección en todos los estados, como hace constar en su Alabanza de la nueva milicia, en la que expone la mística de la actitud caballeresca de la cristiandad, que encuentra la santificación en la "guerra contra la infidelidad" como servicio a la Iglesia. Sabe compaginar la comprensión con la intransigencia. Sus 460 cartas revelan su compleja intimidad. Sus 332 sermones recogen la doctrina expuesta a los monjes. Su doctrina espiritual se contiene en De los grados de la humildad y la soberbia (ca. 1126). La principal fuente de su doctrina es la Sagrada Escritura.

[volver al Indice]

* Sto. Domingo de Guzmán   (1170-1221)

(Caleruega ca. 1170 - Bolonia 6 ag. 1221)
Fundador de la Orden de predicadores conocidos como "dominicos". Nace en el seno de una familia poderosa de Caleruega. Su madre es la beata Juana de Aza.  D. inicia quizá sus primeros estudios junto a un tío suyo sacerdote. Posteriormente, pasa a la famosa escuela episcopal de Palencia, y se ordena sacerdote. Asiste en 1203 a una embajada en el Norte de Europa y entra en contacto con los problemas de la sociedad cristiana de su tiempo. Resurge por entonces en el Sur de Francia y Norte de Italia un nuevo maniqueísmo que, basado en explicaciones simplistas de la Biblia, propugna la existencia de un dios bueno y otro malo, al que identifica con la materia. De esta forma, la abstención del alimento, del matrimonio y de la concepción se convierten en doctrina, admitiéndose como buenos el suicidio, el aborto, el amor libre y la homosexualidad. Esta herejía recibe el nombre de albigense (de la ciudad de Albi, Provenza) y, ganando adeptos entre la nobleza y la alta burguesía mercantil, pronto se hace violentamente proselitista.

Los esfuerzos del Císter por defender la fe resultan infructuosos.  D. comprende la necesidad de llevar a cabo una misión de predicación basada en el conocimiento de la fe y en el desasimiento de la riqueza. Sus primeros intentos quedan neutralizados por las constantes luchas entre los nobles.

A partir de 1215, agrupa a una serie de compañeros y comunica sus ideas al Papa Inocencio III, quien confirma el carácter universal de la nueva Orden y la adscribe al Derecho pontificio con mandato apostólico de predicación itinerante y con un estatuto de vida evangélica, inspirada en la regla de S. Agustín. Influencia que recibió por sus vivencias al haber profesado con 25 años en el cabildo regular de Osma, según regla de S. Agustín, donde experimentó un sistema de perfección religiosa y estilo de vida clerical que se integraría en su obra futura, siendo así como D. insistió mucho en el estudio personal y en la vida de oración aprovechando la paz claustral de su cabildo regular.

De retorno a Francia, tras la visita al Papa Inocencio III, visita la abadía del Císter, y más tarde se unirán a su legado pontificio monjes cistercienses.
D. inicia entonces una ferviente actividad encaminada a la fundación de conventos y a la predicación en toda Europa. Recibe el apoyo del nuevo pontífice, Honorio III, y del card. Hugolino, el futuro Gregorio IX. Comienza a ganar adeptos entre los intelectuales de las universidades. En Madrid funda en 1218 el monasterio femenino de S. Domingo el Real, y el convento de la Santa Cruz en Segovia. Después de varias visitas a París y Roma, atendiendo su obra y predicando siempre, se dedica durante los últimos años de su vida a corregir los excesos de los herejes valdenses y cátaros. Su actividad incesante le lleva al agotamiento físico y a la muerte.

Tuvo una especial predilección por la ciudad de Bolonia, donde el convento en el que se ubicaba la comunidad llegó a cambiar su nombre por el de S. Domenico, con el que llegó a ser conocido universalmente hasta hoy. Comunidad numerosa, selecta, bien nutrida de vocaciones universitarias, profesores y estudiantes. A esta ciudad regresa tras haber cumplido con una serie de encargos pontificios de predicación, donde muere finalmente aquejado de agotamiento físico.

Ya en vida goza de la fama de santo y taumaturgo, de su habilidad como organizador y director de almas. Apenas ha dejado obras escritas. En los últimos días de su vida, sólo habla de Dios o con Dios; por las noches dedica el tiempo a la lectura espiritual (S. Mateo, S. Pablo, las Colaciones de Casiano) y a la oración personal con Dios. Es el restaurador de la vida apostólica en la Edad Media. Gregorio IX le canoniza el 3 jul. 1234.

La Orden de predicadores, primera de las Órdenes mendicantes, está constituida por tres ramas: de frailes que viven conventualmente, según las reglas dadas por el fundador y completadas por los Capítulos generales; de monjas contemplativas de clausura, y de seglares, cuyos miembros siguen individualmente o en comunidad las constituciones aprobadas por la Iglesia. Esta Orden surge de acuerdo con las necesidades de su tiempo, aspirando a una pobreza individual y colectiva que sirva de ejemplo a los fieles y de antídoto contra los movimientos pauperistas heréticos que niegan la jerarquía eclesiástica (apostólicos, valdenses y pobres lombardos) Se instituye específicamente para la predicación y la salvación de las almas. La predicación es fundamentalmente doctrinal. Los medios de que se sirve son principalmente la contemplación y la ascesis, ayudándose de la oración, el estudio, el ayuno, el silencio y la acusación ante la comunidad de las transgresiones. Algunos aspectos monacales de los dominicos están tomados de los premostratenses, fundados por S. Norberto. Esta Orden depende directamente de la Santa Sede. Los superiores son elegidos por todos los miembros, y éstos toman parte en las decisiones de cierta importancia.

[volver al Indice]

* Sto. Tomás de Aquino   (1225-1274)

(Nápoles ca. 1225 - Fosanova 7 mar. 1274)
Nacido en el castillo familiar de Rocaseca, es el séptimo de los hijos varones de Landolfo de Aquino y Teodora de Teate. A los 5 años de edad sus padres le envían al monasterio benedictino de Montecassino. Las vicisitudes políticas de la época aconsejan trasladarle a Nápoles, en donde T. estudia Artes y conoce el espíritu y vida de la Orden dominicana, y pronto llegó a persuadirse de que esa era su vocación, donde confluían armónicamente el estado religioso, la enseñanza y el estudio. Ingresa furtivamente en la Orden, sin que lo advierta su familia (1244). Después de haber completado su noviciado en Bolonia y París, es secuestrado por sus hermanos y conducido a Rocaseca, en donde le fuerzan para que vista el hábito benedictino o vuelva al estado seglar.  T. escapa y huye a Nápoles (1245). En 1247 es enviado al Estudio General de París y después al de Colonia, en donde conoce a su maestro, S. Alberto Magno, y en donde se ordena sacerdote.

Comienza entonces su vida de docente en diversas capitales europeas. Es un momento en que la tensión universitaria se centra en torno a la oposición de los profesores seglares a que los religiosos y eclesiásticos ocupen cátedras universitarias. Con todo, es admitido en la cátedra de Teología de París. Su prestigio en todos los órdenes lleva al rey de Francia, S. Luis IX, a nombrarle su consejero. A partir de 1259 reside durante nueve años en Italia, de donde es nombrado Predicador general de la Orden. Como profesor del Estudio General Pontificio y consultor teológico del Papa, se ve obligado a residir en las ciudades donde se establece la Corte pontificia. Durante su estancia en Roma, funda un estudio general en el convento de S. Sabina.

En 1268 regresa a París, ocupando su antigua cátedra de Teología. Pero la tensión universitaria aumenta y, debido a una huelga estudiantil prolongada, sus superiores le envían de nuevo a Italia, como profesor de la univ. de Nápoles (1272). El 5 dic. 1273, al acabar de celebrar la Misa, sufre un cambio importante. A partir de entonces se niega a dictar a sus amanuenses y deja inconclusa su magna obra: la Suma teológica. Sus superiores temen que haya caído en un agotamiento completo y le envían a descansar al castillo de S. Severino, propiedad de su hermana Teodora. Su salud no mejora y vuelve a Nápoles. Se le insiste para que complete la Suma, pero él confiesa a su secretario: "No puedo. Después de lo que Dios se dignó revelarme, todo lo que he escrito me parece demasiado poco". Muere poco después, en el convento de Fosanova, camino del conc. II de Lyon.

T. es una de las mentes más brillantes de todos los tiempos. A ella unía un inmenso amor a Dios y su vocación de sacerdote. Dotado de una increíble capacidad de trabajo, toda su obra escrita se dirige en último término a explicar a los hombres la naturaleza divina, enseñanza que nadie ha conseguido superar hasta la fecha. Doctor de la Iglesia, es canonizado el 18 jul. 1323.

No se conservan todas sus obras, que pueden dividirse en comentarios y personales. Los comentarios son: escriturísticos, filosóficos y teológicos. Las personales se dividen en mayores (Suma contra gentiles y Suma teológica) y menores u opúsculos, de índole teológica y filosófica. Su pensamiento especulativo se inicia desde el conocimiento de las realidades reveladas por Dios: de una fe nunca puesta en duda. En su estudio de la filosofía, que realizó en textos tanto filosóficos como teológicos, juzga esa filosofía, sin limitarse a una asimilación pasiva: en su proceso la juzga con la razón, y en sus conclusiones la juzga también a la luz de la fe.

Su teología comienza con el estudio de las fuentes de la Revelación y de la Teología elaborada anteriormente. A lo largo de su elaboración siente la necesidad de una filosofía todavía no hecha y que ha de desarrollar él mismo. Así, aunque tiene obras estrictamente filosóficas, quizás lo mejor de su filosofía aparece dentro de obras teológicas.
En T., Filosofía y Teología aparecen unidas, no confundidas, en una armonía, cuya finalidad última es teológica.  T. distingue un doble conocimiento: natural y sobrenatural.
"El hombre, con su propia capacidad intelectual, puede llegar a un cierto conocimiento del mundo y de Dios; por la elevación sobrenatural, el mismo Dios le infunde una capacidad superior (la fe), por la que puede conocer realidades reveladas por Dios, que exceden por completo su capacidad natural."

Concibe la Teología como el conocimiento científico de la fe. La principal fuente de la Teología de T. es la Sagrada Escritura. Utiliza las citas de los Padres de la Iglesia como autoridad documental. Las referencias al magisterio de la Iglesia son también numerosas. La influencia de T. en la Filosofía y en la Teología es extraordinaria. El conjunto de la doctrina filosófico-teológica contenida en sus escritos se conoce como "tomismo", término que en sentido amplio abarca la doctrina de los que desde el s. XIII han tratado de defender, interpretar, desarrollar y sistematizar las enseñanzas filosófico-teológicas de T.

[volver al Indice]

* Johannes Capreolus   (1380-1444)

(ca. 1380 en la diócesis de Rodez, en Francia - ídem, 6 de abril de 1444)
También conocido como Jean Capréolus o Juan Capreolo. Fue un religioso francés de la Orden de Predicadores, uno de los primeros seguidores de Tomás de Aquino. En ocasiones ha sido llamado Príncipe de los tomistas. Sus Cuatro Libros en defensa de la teología de santo Tomás de Aquino iniciaron una renovación del tomismo.

Sólo algunos pocos detalles de su vida son conocidos. Fue un dominico incardinado en la provincia de Toulouse, y maestro general de su orden en Poitiers en 1407, le fue asignada la tarea de comentar el Liber sententiarum en la Universidad de París, que comenzó en 1408.

En 1409 terminó la primera parte de su famosa defensa de la teología de Tomás de Aquino. Después de servir un tiempo como regente de estudios en Toulouse terminó en Rodez, donde trabajó en sus comentarios completando las tres partes restantes en 1426, 1428 y 1433.

Aunque siguiendo el orden de Las sentencias, los comentarios de Capreolo son una exposición aguda y calma de las enseñanzas de Tomás de Aquino, así como una defensa completa contra sus críticos y detractores. Su escrupulosa fidelidad a Tomás de Aquino le valió el apodo de "Alma de Tomás".

Sus comentarios fueron publicados en cuatro volúmenes en folio en Venecia en 1483, en 1514, en 1519 y en 1589. Su obra lleva como título Defensas de la teología de santo Tomás de Aquino o cuestiones a los cuatro libros de las Sentencias, y se halla dividida en tres volúmenes. En el comienzo de la primera podemos leer la declaración de intenciones de Capreolo: “no me propongo presentar nada propio, sino sólo las opiniones que a mí me parece que son expuestas por santo Tomás de forma cabal, y no aducir ninguna otra prueba que sus propias palabras, salvo en casos excepcionales. Es, por consiguiente, una obra importante para el conocimiento de la doctrina tomista y fue ampliamente empleada, resumida y ampliada durante el siglo XVI.

En 1881, el obispo Borret de Rodez, quien había escrito la biografía y preparado las obras de Capreolo, sugirió que se realizara una edición crítica de sus comentarios, tarea que fue llevada a cabo por los dominicos. Sus publicaciones comenzaron en Tours en el año 1900 bajo el título Johannis Capreoli Tholosani, Ordinis Praedicatorum, Thomistarum principis, Defensiones Theologiae Divi Thomae Aquinate de novo editae cura et studio RR. PP. Ceslai Paban et Thomae Pegues.

Tomó posición a favor de la armonía entre la filosofía y la teología como había sugerido Tomás de Aquino. Estudió todas las discusiones doctrinales propias de su tiempo, y lo hizo en un estilo terso y vigoroso. Su obra es considerada uno de los grandes logros del escolasticismo.

[volver al Indice]

* Pedro Mexía   (1497-1551)

Debió nacer en Sevilla en el año 1497, y murió en la misma ciudad el 17-1-1551, a causa de una enfermedad del estómago o de la cabeza, dolencia esta última que venía padeciendo desde veinte años atrás. Fue enterrado en la capilla mayor de la iglesia parroquial de Santa Marina, donde aún hoy se conserva un epitafio en la lápida que cierra su tumba. Según se dice de él, había adivinado su muerte "por la posición de los astros de su nacimiento"; poseyó fama de astrólogo y hombre de profundos conocimientos científicos.

Con 19 años de edad en encontró ya en Salamanca para comenzar sus estudios en la Universidad, que se prolongaron durante 10 años, a lo largo de los cuales realizó cinco cursos de Cánones, tres de Decretales y dos de Derecho. Después de haber servido como soldado por algún tiempo al Emperador Carlos V, le fue forzado retirarse (por falta de salud) a su casa de Sevilla, habiendo gozado previamente fama de maestro en el manejo de las armas.

Participó en las justas poéticas de 1531 y 1532 en honor de San Juan Evangelista y San Juan Bautista. En torno a sus 40 años es su época más fecunda y conocida, desarrollando una activa labor pública. En 1537 es nombrado cosmógrafo de la Casa de Contratación; en 1538 recibe el cargo de Alcalde de la Santa Hermandad; en 1548, por orden expresa del César Carlos, pasa a engrosar la nómina de los cronistas oficiales del Imperio; y sin ser precisa la fecha exacta, se le designa Caballero Veinticuatro del Concejo municipal hispalense. Su mayor y más importante producción literaria la realizó en la última década de su vida. Simultáneamente al aprendizaje del latín, estudió Mexía la lengua griega, aunque nunca llegó a conocerla y dominarla totalmente.

Lo que lo hizo más admirable fue el uso de las Matemáticas y la Astrología, en el que se dice "era el más aventajado", pues por su excelencia fue llamado el Astrólogo. Según sus biógrafos, se dedicó al estudio de las matemáticas y la historia, que supo alternar con sus ocupaciones en la veinticuatría, y puso sus conocimientos matemáticos, cosmográficos, hidrográficos e históricos al servicio de pilotos y mareantes que acudían a consultarlo. Se desconoce sobre dónde y en qué circunstancias adquirió Mexía sus amplios y sólidos conocimientos científicos, pero se piensa que fue en parte de forma autodidacta. Se aprecian dos causas fundamentales en la vocación de Mexía: por un lado, su integral espíritu renacentista le impulsaba hacia el conocimiento de todo tipo y, muy especialmente, el científico y naturalista; y, por otra parte, un ambiente propicio hacia este tipo de estudios desarrollado en la Sevilla de la época, puerto y puerta de América, cuyo núcleo propiciador era la Casa de Contratación.

De su personalidad se dice lo siguiente: Templado en el comer y en el beber, y austero en el sueño. Por las mañanas cumplía con sus obligaciones religiosas; durante el día atendía a sus menesteres profesionales y administrativos; "las noches eran todas de los libros", dedicadas a leer y escribir. Sus últimos años lo caracterizaron como hombre esencialmente austero y ordenado, trabajador y estudioso incansable. "Fue Pedro Mexía de gran ánimo y, aunque colérico, de apacible condición, compasivo, inclinado a socorrer a los afligidos; y, sobre todo, tan amigo de verdad que ninguna cosa aborrecía tanto como la lisonja".

Fue cosmógrafo de la Casa de Contratación, por cédula real dada en Valladolid en abril de 1537. El oficio de la veinticuatría consistía en funciones de gobierno y administración de la ciudad. Como cronista imperial, el Emperador Carlos V eximió a Mexía de la obligación de seguir a la corte en sus desplazamientos, por razones de salud, pudiendo quedar residiendo en Sevilla y cobrar su salario de tal. Era de un espíritu fuertemente imbuido del contexto humanista imperante en la sociedad de la época, manteniendo mucha correspondencia con humanistas preclaros y reconocidos.

A pesar de lo que pareció fuerte vinculación de Mexía a Erasmo de Rotterdam, se encontró en aquel un gran respeto a la Iglesia, a la religión y a sus instituciones, lejos de la ironía y la crítica que caracterizan al erasmismo; trató incluso de ejercer un papel mediador entre franciscanos y monjes y Erasmo. Intervino activamente en el descubrimiento y ataque contra los difusores sevillanos del luteranismo, formando frente común con los dominicos Desbarroya y Ochoa, con lo que mostró por aquel entonces la más clara demostración de su acendrado catolicismo y de su ortodoxia a macha martillo.

Fue autor de, entre otras:
* Los "Coloquios", con numerosas impresiones y traducciones al francés, italiano, inglés, holandés y alemán. Con ellos se ejercitó en este género de literatura dialogada. En ellos es notorio la defensa de Mexía por el uso de la razón hacia la constatación práctica de los fenómenos y descubrimientos, promulgando atender a nuestro propio juicio y experiencia personal, más que a lo que provenga de autoridades ajenas a uno mismo.

* "Historia Imperial y Cesárea" en 1545, antes aún de que fuera nombrado cronista oficial.
* "Historia del Emperador Carlos V", que dejó inconclusa. Este encargo de historiar el reinado de Carlos V (recibido en 1548) le impidió dedicarse a ninguna otra labor literaria, habida cuenta de lo mucho que consiguió redactar de aquella antes de su muerte.

* La "Silva de varia lección" constituye su decidida voluntad a vulgarizar y difundir los conocimientos que los libros latinos tenían escondidos para aquellos que no entendían este lengua clásica. Fue su primera obra de envergadura y la que mayor popularidad le proporcionó. Tuvo gran acogida por toda Europa, traduciéndose a los idiomas que se indicaron antes para sus Coloquios. Contiene conocimientos muy heterogéneos y dispares. Resulta ser el primer libro que, en lengua castellana, se ha escrito como obra de este género misceláneo. En él se busca tanto la amenidad como la instrucción y el ejemplo, y destacan más las disertaciones sensatas y de carácter científico, aunque elementales, que los relatos prodigiosos y las supercherías, tan abundantes en otras obras de la época. Mexía no copia literalmente de las fuentes, sino que ejerce sobre ellas una especie de mentalidad crítica, dudando en ocasiones cuando la autoridad está en contra de la evidencia y del orden natural de las cosas. Desarrolla el principio de conocimiento empírico y racional frente al valor de lo opinado por los autores antiguos. Obra que ha influido muy notoriamente en figuras posteriores de primera línea de la Literatura española.

La "Silva de varia lección", edición de Antonio Castro, está publicada por Edit. Cátedra -Letras Hispánicas-, Madrid 1989, en dos gruesos tomos. ISBN: 84-376-0801-5.
Los "Coloquios", editado por Antonio Castro, fueron publicados por la Diputación Provincial de Sevilla en 1977. ISBN:84-500-2052-2.

[volver al Indice]

* Gaspare Aselli   (1581-1626)

(Cremona 1581 - Milán 1626)
Médico y notable anatómico. Profesor de Anatomía y Cirugía en Padua. Catedrático de Anatomía en Pavía, y Primer médico real durante la guerra cisalpina.

Intervino en el redescubrimiento y estudio del Sistema Linfático vascular, tras dos mil años de marginación de estos estudios. En 1622 descubrió la existencia de unos vasos de aspecto lechoso en el intestino del perro y que apenas se distinguían cuando la vivisección se realizaba con el animal en ayunas, lo que hizo relacionar el contenido de estos vasos con el proceso digestivo.

[volver al Indice]

* Benito Jerónimo Feijóo Montenegro   (1676-1764)

(Casdemiro 8 oct. 1676 - Oviedo 26 dic. 1764)
Hijo de familia noble del país (Galicia), nos habla de su padre como caballero perfecto por su religiosidad y sus costumbres, de gran talento, feliz memoria y gramático perfecto, con facilidad para la composición de elegantes versos castellanos.
Polígrafo. Estudia en Salamanca. Religioso benedictino desde sus 14 años. A partir de sus 33 años, enseña teología durante 40 en la univ. de Oviedo. Realiza una intensa actividad intelectual. Su amplia producción gira en torno a muy variados temas, como son artículos científicos y literarios, crítica de tradiciones, etc.

La época de su mayor actividad literaria empieza al fin de su profesorado. Al jubilarse había terminado su Teatro Crítico y daba comienzo a la publicación de las Cartas Eruditas. El primer trabajo con que se dio a conocer trataba de medicina.
El Teatro Crítico fue una de las obras más discutidas de su tiempo, como lo demuestran las apasionadas polémicas a que dio lugar y la copiosa bibliografía que existe sobre ella. Pero no lo fueron menos sus Cartas Eruditas.

Su espíritu abierto a todas las novedades le permite popularizar los adelantos culturales de última hora y destruir los errores, supersticiones y supercherías que mantenían la incultura del pueblo y la rutina de los hombres de ciencia, lo que le valió incluso ser denunciado ante el tribunal de la Inquisición. No obstante, recibió particulares elogios del papa Benedicto XIV, del cardenal Querini y de un gran número de literatos y sabios de primer orden, motivando incluso un edicto de protección a sus intervenciones por el Rey Fernando VI.

Su gran obra, Teatro crítico universal (1726...) en ocho volúmenes, así como las Cartas eruditas y curiosas (1760), mantienen este fin de adaptación de innovaciones, criticando todas las que llegan a él por el tamiz de la razón y el sentido común. Introduce en España los métodos experimentales, mas sin contaminarse de ningún sectarismo religioso. De este modo puede conciliar el espíritu de la Ilustración con la fe, y su afán de saber con el dogma católico y con los auténticos valores de la tradición racional. Su actitud de acercamiento a Europa, sin dejar de sentirse español, es la misma que vemos en las grandes figuras del s. XVIII, del que es su más característico representante. Uno de sus muchos méritos es "haber sacudido la modorra intelectual de sus contemporáneos".

[volver al Indice]

* Santiago Ramón y Cajal   (1851-1934)

(Petilla de Aragón 1 may. 1852 - Madrid 17 oct. 1934)
Médico español. Hijo de médico rural que inclina su vocación hacia la Medicina, cambiando su incipiente atracción pictórica. Estudia en la Univ. de Zaragoza (1869-73). Dedica toda su vida a la investigación y a la enseñanza: Catedrático de Anatomía en Valencia (1883) y de Histología normal y Patológica en Barcelona y Madrid (1892). Director del Inst. Nacional de Higiene (1899) y del Laboratorio de Investigaciones Biológicas (1901). Premio Nobel de Medicina (1906), que comparte con Golgi, como reconocimiento a sus trabajos acerca de las células nerviosas. Premio internacional de Moscú (1899) y medalla de oro de Helmholtz (1905). Con su teoría y descubrimientos sobre la neurona, que es acogida con gran éxito en Berlín (1889), irrumpe por primera vez en la Historia de la Medicina; siguen su hipótesis acerca de cómo es en realidad la continuidad de la sustancia nerviosa, con lo que rompe definitivamente con la teoría existente hasta entonces; y culmina la obra comenzada por Schleiden, Schwan y más tarde por Virchow, acerca de la teoría celular.

R. y C. aplica a las células nerviosas, hasta entonces prácticamente desconocidas, los presupuestos de las restantes células animales, gracias a los procedimientos de tinción cromática ideados por Golgi pero modificados por él. La aportación de R. y C. al conocimiento de la morfología, fisiología y patología de las neuronas es inestimable. El establecimiento de su unidad lo alcanza en diversos pasos: en 1888 modifica el método de Golgi con la doble impregnación (1888); utiliza y mejora el procedimiento de Simarro con nitrato de plata reducido, con lo que puede estudiar a fondo la fisiología celular (1903); y finalmente descubre los métodos del nitrato de uranio y el del sublimado oro (1912), gracias a los cuales puede establecer toda la intimidad de la estructura celular.

Sus publicaciones científicas son abundantes, y siguen el ritmo de sus investigaciones, que, poco a poco, transmite en su Revista de Histología normal y patológica, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas y en innumerables revistas internacionales. De manera más profunda y extensa expone sus teorías en una serie de libros: Manual de Anatomía patológica general (1889), Histología del sistema nervioso del hombre y los vertebrados (1897-1904), Degeneración y regeneración del sistema nervioso (1912-14), La fotografía de los colores, Fundamentos científicos y reglas prácticas (1912), Manual técnico de Anatomía patológica (1918), La teoría de la neurona, etc.
Su intensa actividad investigadora no le impide descubrir el encanto de lo cotidiano, que manifiesta en una breve, pero interesante, producción literaria: Cuentos de vacaciones (1905), Charlas de café (1923), Recuerdos de mi vida: Historia de mi labor científica (1917) y El mundo visto a los ochenta años (1934)

[volver al Indice]

Más información sobre la personalidad de Santiago R. y Cajal
(tomada de mi libro "El Huevo de la Vida II")
Recordando a CAJAL:

Expongo en primer lugar algunos párrafos del libro de Dª Enriqueta Lewy Rodríguez, editado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987, titulado "Santiago Ramón y Cajal: el hombre, el sabio, el pensador", de quien fue Secretaria durante los ocho últimos años de su vida activa; libro donde muestra ampliamente la personalidad socio-política de aquel y su faceta científico-filosófica.

"Yo no trato de sentar doctrinas, sino de hacer historia de ideas pensadas y de sentimientos pretéritos". "... claro es que no puedo garantizar para el futuro una ortodoxia pulcrísima; y si Dios me da salud bastante para acabar algunos libros filosóficos que tengo pergeñados, me veré arrastrado acaso a sostener más de una tesis arriesgada, confinante ya con el escepticismo y nominalismo exagerado, ya con el positivismo crítico, ya con el evolucionismo, interpretado acaso con alguna novedad. Entre descarrilar alguna vez y no caminar ni poco ni mucho, que es lo que en España pasa, la elección no es dudosa".

"... Por otra parte, si después de 25 años de estudiar encarnizadamente el órgano del pensamiento en el hombre y los animales, no he conquistado todavía el derecho a discurrir con alguna independencia sobre aquellas cuestiones filosóficas, íntimamente relacionadas con mis propios descubrimientos, ¡pues me he lucido! ..."

.... "El culto a la consecuencia, que en política pasa por virtud, en ciencia resulta casi siempre señal inequívoca de orgullo o de cortedad de luces. La variabilidad es uno de los rasgos que mejor traducen la honradez del investigador".

"¡Mis contradicciones! ¡Ojalá fueran mayores! Ello sería indicio de juventud, de flexibilidad y pujanza". . . "A otros 'pontífices de la crítica' que le objetaban que sus juicios eran disonantes, especificaba el Maestro que ciertas apreciaciones suyas traducían convicciones actuales" . . . "y digo actuales, porque me reservo el precioso e inalienable derecho de evolucionar y retrogradar al compás de las enseñanzas de los tiempos". . . "fijarse en dogmas sagrados es convertirse en monolito ingente e innoble, en un mar muerto jamás agitado por el viento de la duda" (páginas 230 y 231 del libro citado)

* * * * * * * * * * *

Después de la lectura de estas frases de Cajal, el revolucionario de ideas científicas y preceptos sociales, del buscador incansable de la verdad de la vida ¿podemos permitirnos hacer dogma de cualquiera de sus descubrimientos? máxime cuando él mismo dice "manifestar gran fe en la perfectibilidad indefinida del cerebro, que hará posible aumentar hasta lo infinito sus posibilidades de esclarecer muchos de los arcanos de la materia y de la energía".

Él nos enseña a saber decir: Hasta hoy mi comprensión del mundo y de sus razones es ésta; pero mañana Dios dirá, en función de lo que sean mis experiencias y la capacidad de comprensión de mis neuronas cerebrales.

Sus esquematizaciones de las estructuras de los elementos cerebrales mantienen hoy la conformidad con las modernas investigaciones, así como las relaciones e influencias que entre ellas se ejercen. Pero su concepto filosófico sobre la primacía de lo material u orgánico sobre lo mental, también puesto en entredicho por él mismo cuando expresa que "no faltarán nunca biólogos que -con razón o sin ella-, imaginen la existencia de un principio psicológico inmanente o trascendente, captador y selector de la materia y ordenador de sus energías y aptitudes arquitectónico-biológicas, en vista de un fin deliberadamente buscado y claramente percibido" (pág. 221, libro citado) encuentra hoy fuerte rivalidad con lo que por mi parte tiene grandes dosis de constatación científica.

Donde exista una mente analítica, cada elemento de la vida puede servir como elemento de apoyo para cualquier teoría; basta saber proyectarlo en la idea que pretendemos formar. La gran disparidad de aspectos que todo posee, nos permite jugar muy variadamente con cada valor vital. Y la personalidad humana, pieza de la Naturaleza donde más variedad de aspectos y valores se conjugan, no va a resultar menos dentro del entramado de los análisis filosóficos de significación vital. El mundo de la psicología tiene claras muestras del valor ambivalente de toda acción y de toda circunstancia.

Los biógrafos de Cajal, como los de cualquier personalidad humana, apoyan fuertemente aquellos aspectos que a ellos más les motivan, marginando, olvidando, e incluso con posibilidad de deterioro, todo aquello que rompa o desvirtúe la imagen que pretendan consolidar.

En vista de ello, todo es posible en esta lucha social de conceptos sobre la realidad de la vida y significación de todo cuanto se muestra como existente, dentro o fuera del marco físico.

Nuestras neuronas caminan hacia la constitución del cerebro adulto humano terrestre, con cada vez mayor capacidad de sentido de responsabilidad para consigo mismo, dentro del marco de la inflexibilidad de la Ley Natural, donde desde la antigua ley del talión, de ojo por ojo y diente por diente, hasta la más moderna concepción de la misma de "cosechar lo que se siembra" no hacen más que inducirnos a la comprensión de la existencia de una infancia de todo ser, razón y sentido en sí mismo y para fuera de sí, de donde surge la individualidad y corporatividad que toda manifestación de "ser" representa, y donde cada individualidad es un entramado de posibilidades diferentes en función de "su tiempo".

* * * * * * * * * * *

Cada cual recoja la fruta de su árbol vital y sepa nutrirse de él. En la vida todo es cuestión de Voluntad y tiempo, de los que surge la formación de la Conciencia, final de expresión del "ser".

Mientras tanto, y en un acto de consideración a la aportación que Cajal ofreció a la humanidad terrestre, deseo añadir otra serie de connotaciones biográficas, para terminar con un ligero análisis de la actitud de su espíritu en la búsqueda de verdades que ayudarán al hombre a remontar la incertidumbre de la vida, causa de la falta de responsabilidad que se respira en la conciencia humana y que tanta degradación intelectual y moral alimenta.

"Su improvisada erudición llegaba al caso -sin venir a cuento- de proclamar a viva voz la existencia de Dios y del alma, aunque estuviera describiendo aspectos concretos de la Anatomía descriptiva." (pág. 70 libro citado)

"Sus preocupaciones por el origen de la vida y la existencia del cosmos le impulsaban a escuchar las más diversas posturas ideológicas, además de consultar sistemáticamente los libros adquiridos para su "Botica moral inestimable" (pág. 82, id.)

En la crisis de su enfermedad pulmonar escribió: "Sólo la religión me hubiera consolado. Por desgracia, mi fe había sufrido honda crisis con la lectura de los libros de filosofía. Ciertamente, del naufragio se habían salvado dos altos principios: la existencia del alma inmortal y la de un ser supremo rector del mundo y de la vida. Pero la especie de estoicismo a lo Epicteto y Marco Aurelio, que yo profesaba entonces (si verdaderamente profesaba alguna filosofía), no trascendía del mundo del pensamiento a la esfera de la voluntad" (pág. 257, "Mi infancia y mi juventud". Colección Austral, nº 90, Espasa-Calpe)

"De todas las inmortalidades prometidas "la de las ideas" (el consuelo de los sabios), "la del espíritu" (consuelo de los filósofos), "la del cuerpo y del alma" (consuelo del cristiano) y "la del nirvana" (consuelo de budistas y teósofos), sólo la inmortalidad integral, es decir, la persistencia del alma y del cuerpo, nos satisface plenamente, porque es la única que salva la personalidad, esto es, la reconstrucción específica del cerebro individual con sus miserias y limitaciones, juntamente con la memoria de nuestros triunfos, amores y fracasos." (pág. 95, "Charlas de café", Austral, nº 187, Espasa-C.)

En el "Prólogo para el libro de Enriqueta L. Rodríguez", el Dr. Severo Ochoa expone: "Tal vez pueda pensarse que en España, país en que florecieron grandes místicos como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, surgió Cajal como otro tipo de místico, pero místico al fin y al cabo, un místico de la ciencia; casi puede decirse que un asceta de la ciencia".

"A pesar de mi respeto y veneración hacia la ortodoxia cristiana, hay dogmas, por ejemplo, el de la resurrección de la carne, que me sumen en un mar de confusiones. ¿Para qué generar un estómago que no ha de digerir? Cesen nuestras cavilaciones. El Principio psicológico del Universo, autor de infinitos portentos, ¿no hará un milagro más?" (pág. 100, "Charlas de Café", capítulo IV)

Encuentro muy significativa la expresión del Dr. Abadía Fenoll, extraordinario observador de los estímulos de Cajal, en su libro "Cajal una vez más", editado por la Universidad de Granada, (1984): "... el que comience a escribir los 'Recuerdos de mi vida', en una edad aún temprana (alrededor de los 40 años), porque se ve impulsado a dejar constancia de una vida y unos sentimientos, que él juzga de interés y no quisiera olvidar." (pág. 12)

Y también considero interesante algo que siempre será novedad en toda obra de investigación profunda donde se necesite no sólo un ojo para mirar, sino un ojo para "ver", sobre todo para lo que es el trasfondo del ente material que creemos ser:

"En histología siempre hay algo más allá de la primera impresión, que sólo el ojo experto y genial sabe observar. Donde algunos sólo ven conjuntos de células, grumos, fibra... , otros están apreciando relaciones de forma, tamaño, distribución, variación con otros lugares, etc. Esta condición es una de las que más acusadamente posee Cajal, lo que podemos llamar capacidad de interpretación, que por otra parte no puede ser fantasiosa imaginación para inventar lo que allí no hay, sino objetiva observación y comprensión del valor histológico que todo buen preparado contiene"... "Esta situación, sólo tiene cobijo en quienes son capaces de ver un poco más allá de sus narices". . . "Ese ojo, hábilmente escudriñador e interpretativo, que alguna vez yo oí criticar irónicamente, es precisamente lo que le destacaba." Y lo que son palabras de Cajal: "Las conclusiones de mis investigaciones acerca del cerebro contradecían rudamente las ideas, a la sazón reinantes sobre la fina anatomía de la sustancia gris. Claro es que mis puntos de vista eran harto revolucionarios para ser fácilmente admitidos. Mas por esta vez abrigaba la certidumbre de no haberme equivocado..." ("Cajal una vez más", pág. 130-131)

* * * * * * * * * * *
* * * * * * * * * * *

Como punto final a estas citas, quiero hacer mención de una corta frase, pero mucho más expresiva de lo que todo profano en su significación pueda percibir, que aparece en la introducción (pág. 23) de D. Fernando Reinoso Suárez al libro de Cajal "Recuerdos de mi vida: Historia de mi labor científica", editado por Alianza (Alianza Universidad, nº 290), 1984:

"la mitad de Cajal es su mujer"

Y un poco de filosofía "trascendental" :

CAJAL, su obra incompleta:

Santiago, a fuerza de hundir su espíritu en la observación de las células nerviosas, supo captar el alma de las mismas.

En esta apreciación dejó vagar la suya propia por la inmensidad del microcosmos humano y le hizo intuir la existencia de esa otra organización macrocósmica que representa el Universo, donde todo ha de estar alentado por la viveza de esas pequeñas almas que lo motivan; células nerviosas en lo humano, y cuerpos planetarios en lo Universal.

Ese descubrimiento le hacía ver ampliamente confirmadas las teorías de existir en el cuerpo humano una serie de conciencias que justificaban las diversas constituciones fisiológicas que daban forma al colectivo de un ser que se definía como planta, como animal o como humano.

Pero esa concepción no encajaba con facilidad en todo ese contexto orgánico-físico que constituía el medio donde tantas y tantas leyes y fundamentos aparecían para justificar la fuerza y veracidad de la constitución de la materia.

No obstante, quedó en él la inquietud de algún día "encontrar fuerzas" en su conciencia racional para adentrarse en el desconcertante mundo de unificación del alma y sus sentidos o estructuras físicas.

Con esa inquietud murió y, como era condición en él, tras su necesidad de saber surge la posibilidad del conocimiento y una nueva vida para llevarlo a cabo, por obra y gracia de la infinita y justa Sabiduría de Dios, el Espíritu que alimenta de vida cada una de las almas que hacemos realidad el cuerpo universal.

 

¿Deseas ver la segunda parte de esta web?

Pincha sobre la siguiente imagen para verla:


- - inicio - -

< < Volver al Portal "Tu Ser" //

Angel Baña