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La Sexualidad

Esta página web pretende dar a conocer la trascendencias que la capacidad sexual y el desarrollo de la actividad sexual tienen en la condición de la personalidad de cada individuo. Y También, las influencias psíquicas que discurren entre las personas que se vinculan por medio de la actividad sexual.

También serán tratados los diferentes efectos que en nuestro cuerpo físico tiende a ocasionar la actividad sexual; así como el modo de incidir algunos alimentos respecto a esta temática.

Como veremos, se trata de abordar esta materia desde un punto de vista distinto de la forma tradicional de considerarlo, que suele atender a la simple conveniencia o no de la actividad sexual, sin detenerse a pensar en la condición orgánica y psíquica de cada persona en cuestión, ni en los canales de fortísima influencia psico-energética que se establecen entre las personas.

Pretendo, pues, ofrecer una orientación de la sexualidad hacia un desarrollo más fuerte de la personalidad humana, con más coherencia en la realidad quántica de interdependencias que existe en el contexto humano.

Inseguridades, desconciertos, ansiedades, ... miedos y obsesiones son aspectos mentales frecuentemente asociados a lo sexual, cuando no importantes afecciones orgánicas relacionadas con la energía sexual como lo son la mayor parte de las tan traumáticas "distrofias musculares".

Del tabú a lo sexual hemos pasado al desenfreno; del pecado religioso a la conveniencia de los consultorios de psicología. Y todo ello no viene siendo más que el fruto de la ignorancia, tanto de los aspectos espirituales del ser, como de las facetas que integran o constituyen la personalidad humana.

La sexualidad es un factor esencial de la vida; pero no ya en sí su desarrollo externo o actividad sexual, sino principalmente su influencia en el desarrollo de las estructuras internas orgánicas y de la personalidad; desarrollo que lo posibilita el gran potencial energético que se mueve en torno a las glándulas sexuales. Y son de esta manera comprensibles los trastornos que surgen con la aparición de la menopausia, cuando las glándulas genésicas femeninas (ovarios) pierden su condición germinativa o secretora de las hormonas que precisa la regeneración celular y, con ella, la de los procesos de evolución de la personalidad psíquica.

En lo humano, no es la procreación el factor principal que la Naturaleza consigue de estas funciones orgánicas, sino el enriquecimiento evolutivo de las personalidades. Nuestras estructuras internas se han distanciado ya lo suficiente de la condición puramente animal y demandan mayores crecimientos en los niveles de la mente, para lo cual se precisa de dar otro curso a ese potencial generativo, fuera de los simplistas objetivos de la sensibilidad orgánica y del establecimiento de dominios o posesiones.

Se trata del control y uso racional del potencial sexual que cada organismo genera; así como también de ser conscientes del intercambio oportuno de energías y valores psíquicos que en la actividad sexual se origina.

Llevada de mala manera la actividad sexual, ésta puede llegar a ser el medio natural más eficaz para la degradación humana, cuando las energías que entran en juego se derrochan en actitudes evasivas de la implicación de nuestra personalidad en el contexto humano personal y social en el que cada cual está inmerso.

La energía sexual, cuando se acumula en el interior de la persona por medio de períodos importantes de abstinencia sexual, permite al individuo situarse en la posibilidad de superación de los problemas de los que adolezca su personalidad y, con ello, el mejoramiento de las cualidades de sus circunstancias vitales.

Entre los factores que aconsejan el control de la actividad sexual en el hombre, podemos citar como importantes los siguientes: Necesidad de esfuerzos mentales (estudios, por ejemplo), debilidades de la personalidad (timidez, inseguridad y sentimiento de inferioridad), drogodependencia, debilidades orgánicas, afecciones neuromusculares y respiratorias, arritmias cardíacas y taquicardia, superar la sensibilidad emotiva y, especialmente, para coger el coraje oportuno para defender la consecución de un puesto diferente en sus circunstancias vitales, sea en lo laboral, en lo familiar, en lo social o en lo personal.


La práctica sexual

En las relaciones de pareja, las salidas energéticas que conllevan las eyaculaciones o salidas seminales, tienen la triple función de: Un freno o serenidad de la carga de tensión personal en el individuo varón, un trasvase de valores fisioenergéticos a la persona mujer, y un intercambio de valores psíquicos para mutua incidencia en la personalidad de cada cual.

Los métodos anticonceptivos que suelen utilizarse pueden llegar a modificar de forma importante algunas de estas consideraciones. El desarrollo sexual sin pareja y las simples manipulaciones externas en pareja, conllevan sólo una salida energética y fisiológica, aunque de muy considerable valor químico-orgánico o mineral y proteico. Esta forma puede servir para una descarga de la energía mental que sienta el sujeto no poder controlar y que le induce hacia actitudes no deseadas, pero tomadas como hábitos más o menos frecuentes, llevan al sujeto a no poder nunca llegar a dominar las reacciones instintivas de su personalidad.

El hábito continuado de la masturbación, tanto en la mujer como en el hombre, y sobre todo en la fase de la adolescencia, suele conducir y originar un desarrollo de la personalidad tan deficitario que caracterice al sujeto una fuerte timidez juvenil y una actitud mental de considerable dispersión.

Si la actividad sexual ocurre en la fase de desarrollo de la capacidad sexual y en el individuo existen determinados factores genéticos inductores de algún tipo de distrofia muscular, con aquella actividad se remarcará tal proceso degenerativo miótico o muscular.

A veces, este proceso puede apreciarse ya desde la infancia, por funciones descontroladas de esas glándulas, afectadas por aspectos emocionales del niño o la niña, que pueden llegar a originar en su interior reacciones energéticas considerablemente idénticas a las emocionales que producen los orgasmos, aunque no necesariamente localizadas en lo genital o bajo vientre, sino a veces en torno al plexo solar, con el consiguiente derroche energético.

Cuando las reservas de los factores seminales son deficitarias, las reservas nutrientes de los núcleos musculares entran en juego en el aporte de la energía sexual que demanda la culminación del orgasmo, cuando no de la propia médula espinal, razón por la cual algunos individuos padecen de agarrotamientos musculares (suele ocurrir especialmente en las piernas) en el momento del orgasmo, especialmente el varón. Cuando la debilidad muscular tiene ya consideración genética, es fácil entender las afecciones que ponen de manifiesto las distrofias musculares.

Las salidas energéticas del proceso normal sexual, situados ya fuera de problemáticas concretas orgánicas, posibilitan la relajación de la actividad cerebral, conveniente a veces para que desde tal estado nuestra mente pueda elaborar trabajos más sutiles, que con la tensión ordinaria no nos sería posible.

Una actividad sexual de pareja, frecuente y prolongada, en una naturaleza media varonil, inducirá a una vida calmada y sedentaria, sin muchos altibajos vivenciales.

La densidad seminal de un individuo está en función de la actitud de vida del mismo y de la alimentación que lleve. Actitudes mentales de materialismo y pragmatismo, abastecen con normalidad una actividad sexual frecuente, pero un trabajo mental de abstracciones, que demanda otro tipo de nutrición, menos densa (menos grasa y menos proteica) en sus componentes bioquímicos, dispersan más la atención a lo sexual, así como también alimenta en menor medida el componente físico seminal.


Influencias energéticas

El semen, al igual que la sangre de una persona concreta, posee el valor físico (químico-energético) representativo del psiquismo de la personalidad que lo genera. Cuando aquel discurre por la vía normal de una relación de pareja, la persona mujer recibe en su interior todas las cualidades vitales de su pareja, influenciándose de ellas. De aquí la trascendencia principal del tipo de unión que debemos buscar o evitar en estos modos de relación humana. El hombre, en ello, se verá influenciado por el tipo de sentimientos que se generen en la mujer durante la relación.

Cuando el modo de recibirlo por la mujer no es el natural, sino por vía bucal, se va originando en ella una nutrición de los valores de masculinidad que debieran caracterizar a su pareja masculina, de la cual van desapareciendo las posibilidades de expresarlos, degradándose a grandes pasos los valores psíquicos de ambos.

El ser humano es la estructuración energética más potente, por evolucionada y sutil, de cuantas existen en el planeta Tierra. Quiero decir con esto que la influencia que recibimos a través de las relaciones humanas, es muy superior a cualquier otro tipo de cosas que nos pudieran afectar. Sus influencias no están sujetas a factores de tiempo (mayor o menor tiempo) ni de espacio (distancia), sino al grado de apertura emocional (sea positiva o negativa) que se establezca entre los individuos.

Esto último que comento, no es sólo en lo concerniente a las relaciones sexuales, sino en toda proyección emocional hacia alguien, como por ejemplo la simple admiración hacia alguna persona, la confianza puesta en ella, el cariño que le profesemos, la entrega incondicional que estemos dispuestos a ofrecerle, etc.; así como también los celos, la envidia, la ira, etc. y todo cuanto se mueva desde los niveles emocionales.

Cuando esto ocurre unilateralmente, nuestra proyección positiva le aportará al otro mayores eficacias en su personalidad, quedando nosotros algo postergados en la vivencia de nuestras proyecciones personales; de aquí la importancia de buscar modos de reciprocidad de colaboraciones si sentimos no ser oportuno en nosotros esas mermas vivenciales, por los motivos que sean convenientes considerar. Nuestra proyección en negativo hacia el otro, le irá originando distorsiones que, al propio tiempo, causarán un efecto rebote en nuestras circunstancias vitales, allá donde más nos pudiera afectar algún tipo de distorsión, pues las energías vitales discurren por los niveles del subconsciente y se movilizan por factores de magnetismos compensatorios.

De aquí la trascendencia de considerar los modos y vínculos en los que interviene en gran medida el potencial energético humano, siendo la relación sexual el medio más potente de movilización de esas energías, por el gran caudal que pone en juego de los factores emocionales de la persona.

No contemplar las influencias de las conexiones humanas, y máxime sin el ellas intervienen desarrollos emocionales intensos, como ocurre en lo sexual, nos conduce al desconcierto de las causas de muchos procesos de nuestra vida.


Regeneración emocional y racional

Al igual que en la mujer la menstruación viene a ser un medio natural de posibilidad de regeneración de sus energías del mundo emocional (se asientan y discurren a través de la sangre y de los jugos gástricos), así en el hombre la eyaculación le permite una regeneración o cambio de inercia de sus energías mentales o de racionalización (se asientan y discurren por la médula espinal, el líquido cefalorraquídeo, el semen, la saliva, la linfa y el humor acuoso ocular).

Esto nos aporta una información concreta sobre los tiempos de conveniencia de las relaciones sexuales, que ha de guardar analogía con el proceso menstrual de la mujer, aunque esto suene muy diferente de lo que suele ser la tendencia más generalizada que no contempla nada de los procesos fisiológicos unificados de la mente y el cuerpo. Tendencia asentada en una inercia de mera satisfacción sensorial, unida a la necesidad de dispersión de los compromisos evolutivos de la conciencia que demanda la era actual.

Sólo es justificable una actividad sexual de mayor frecuencia de lo que antes comento, en los comienzos de unión o vinculación de dos personas (podríamos llamarlo período de luna de miel), cuando en cada uno de ellos hay gran potencial generado de diferenciación/complementación de sus caracteres psico-energéticos. Lo propio de lo que ocurre entre dos polos de un imán cuando estos están muy cargados de sus respectivas polarizaciones energéticas. Pero para no caer pronto o antes de lo conveniente en una situación de neutralización de dichos valores polares, con el consiguiente distanciamiento emotivo por parte de especialmente alguno de ellos, las relaciones debieran irse controlando y organizando, con intervención de una oportuna racionalización que tuviera en cuenta todos los factores aquí apuntados.


El "Flechazo"

Sepamos que el ser humano gusta de justificar sus comportamientos adornándolos de conceptos que eleven la consideración de sí mismo en la escala de valoraciones morales, creando expresiones como las de amor, flechazo, etc., cuando en realidad, si quitáramos la parte de componente de mera complementación energética que moviliza subconscientemente los comportamientos, así como los de conveniencia para dar más estabilidad a nuestras situaciones personales vivenciales, poco quedaría a añadir a estos, y mucho se nos verían las venas del egoísmo, la inseguridad y la falta de autoestima y realización personal, entre otras muchas cosas.

Con esto no quiero presentarme como persona fría, pragmática o meramente física, sino que trato de aportar información de todo cuanto mueve los hilos del subconsciente, para que, teniendo todo presente, demos más coherencia de realidad y alcance a nuestros procesos vitales, donde lo emotivo no tiene por qué nublar la percepción de la razón, en cuyo complemento hallaremos la mayor aportación de la vida y a la vida.

El modo más eficaz de aprovechar los aportes positivos de una relación sexual, está relacionado con la apertura emocional sincera de cada miembro de la pareja, abiertos además a la mutua consideración (tenerse en cuenta el uno al otro), lo cual, al tiempo que evita cualquier tipo de afección orgánica sexual (dolores, molestias, etc.), sitúa la sensibilidad de cada cual en las zonas sexuales más oportunas, siendo el cuello de la matriz (no el clítoris) el que regirá la sensibilidad más idónea, dando la posibilidad al orgasmo interno, de carácter más sutil, y como tal más profundo y amplio, que posibilita la mejor sincronización para el trasvase definitivo de las energías que se movilizan en la pareja.


Sensibilidad orgánica

La estimulación clitoriana dificulta el logro de la sensibilidad y orgasmo interior, dejando más abatidas las fuerzas y llevando a la mujer a intervenir posteriormente en la vida fuera de su condición natural de tal, con el consiguiente deterioro progresivo de sus glándulas genésicas y del propio aparato genital.

La llamada sexualidad tántrica, en la que se evita la eyaculación del varón para prolongar indefinidamente (muy prolongadamente) la relación corporal, trasvasa desarmónicamente las energías de la pareja, produciéndose un incremento de la femenina en el hombre, cuya mente racional va cediendo intervención en él a favor de la intuitiva, más propia del cerebro femenino. Cosa distinta de lo que ocurre en la generalidad occidental, donde una tendencia excesiva de eyaculación, al tiempo de provocar un deterioro en la mente racional del hombre, ha venido induciendo en la mujer un mayor comportamiento masculino.

Respecto de la sensibilidad que cada miembro de la pareja puede llegar a vivenciar en una relación sexual, hemos de saber que la sensibilidad en sí no es patrimonio del uno ni del otro, y que lo que cada cual vivencia puede intercambiarse entre ellos en fracciones de segundos. Es decir, que lo que uno de ellos puede estar sintiendo orgánicamente, puede desaparecer de él instantáneamente y pasar a la sensibilidad del otro, quedando el anterior sin sensibilidad orgánica sexual, aunque sí consciente de su ubicación o condición física genital. Factores estos que pueden intercambiarse con frecuencia a lo largo del acto sexual, por lo que un exceso continuado en el sentir de uno puede estar acompañado de insensibilidad orgánica en el otro; cuestión a tener muy en cuenta si lo que buscamos es un desarrollo emocional equilibrado en ambos miembros de la pareja.

Puede comprenderse este "proceso de trasvases" de vivencias sensitivas, si alcanzamos a comprender la realidad quántica impersonal que rige todos los procesos de la vida, sobre la que hablo en otros trabajos desarrollados en web. Aquello resulta positivo, en el caso de mermarse la sensibilidad en el varón, por lo que puede aportar a éste de más consciente control de su proceso de sensibilización, para permitir a la mujer alcanzar el grado de sensibilización que requiere una relación emocional equilibrada entre ambos.


Influencias en la personalidad

Sobre las posibilidades de aporte positivo en el crecimiento personal de cada miembro de la pareja, diré que aprovechar esos momentos de unión corporal para unir fuertemente el chacra del timo-corazón de ambos, y sobre todo en los momentos de la sensibilidad orgásmica, es de un alcance extraordinario, que se verá reflejado en los procesos de la vida cotidiana de ambos. Todo lo contrario de lo que sería el quedarse en la simple conciencia del sentir personal individual.

Hemos de tener en cuenta que un hombre y una mujer no son más que las mitades polares del ser conjunto que forman en su condición de almas encarnadas, siendo así como en la relación sexual de plena penetración, donde los chacras más diferenciados y al mismo tiempo más complementarios (matriz y próstata) se ponen en contacto físico real a través de los elementos de enlace que son el pene y la vagina (expresión estos de la cualidad esencial de aquellos dos), se puede llegar a sentir gran sensación de plenitud de ser. Razón ésta por la que tanto se movilizan las situaciones vitales en torno a la sexualidad de pareja.

En torno a la atracción que pueden originar determinados modos de la relación sexual, hay que tener presente que cuando se desarrolla con diversidad de personas, no hay posibilidad de conexión plena y satisfactoria con ninguna, ya que a través de los canales de influencia que abren las relaciones sexuales, el potencial vital se dispersa entre ellas, impidiendo el logro de los que buscan la sinceridad de la plena apertura; así como también se origina una ambigüedad en los valores psíquicos que van a ir alimentando a la personalidad de cada cual, con la consiguiente falta de concreción y proyección vital de éstas.


Factores Nutricionales

Hay factores nutricionales que favorecen la dependencia de los factores emocionales, como lo son la Sal (sal común) y los derivados del cacao. Y también otros, como el queso, por la densidad linfática que originan, de la cual el organismo tiende a privarse a través de la descarga seminal. El pescado suele ser alimento de personas que gustan del hábito frecuente sexual.

Los alimentos cítricos, así como la vitamina C, al producir en la persona una sensación de energetización, pueden llegar a inducir el deseo de evacuación de la misma a través del acto sexual, cuando en la persona no hay el hábito de cultivar sentirse lleno de energía para afrontar de mejor manera las dificultades de su vida cotidiana.

Cuando se accede fácilmente a esa inducción, sin procurar una nutrición real (no quedarse en la simple estimulación energética de esos alimentos o sustancias acidificantes) a base de alimentos realmente nutritivos, puede llegar a producirse importante pérdida de control del sistema nervioso central, por la desmineralización alcalina que producen aquellos estímulos cítricos junto con la descarga sexual.

La glucosa es inhibidora del apetito sexual e inductora de la actividad física, de la imaginación y del optimismo. El calcio que aporta la leche, nos fortalece en nuestras debilidades de control de la actividad sexual, pues contrarresta las influencias de los elementos sensibilizadores emocionales, de los que los jugos gástricos (al contrario que la saliva) son los principales exponentes o inductores. Con los jugos gástricos suficientemente controlados, las afecciones anímicas serán más débiles y no estaremos dados a sumergirnos en actitudes evasivas de lo que la energía vital nos lleva a afrontar.

Apetencias por la sal, el vinagre y lo picante, pueden ser signos de fuerte estimulación para afrontar relaciones sexuales fuera del marco de la naturalidad, donde más que los aspectos afectivos de la persona, intervienen "enganches" a situaciones concretas provenientes de la pareja.


Problemas orgánicos

Algunas problemáticas de los senos de la mujer, como son los ganglios endurecidos, que tanto asustan y que con frecuencia duelen, pueden mostrar, además de defectos nutricionales que influyen en las tareas linfáticas, excitaciones externas sexuales (clitorianas) y/o desarrollos sexuales faltos de la alcalinidad que suministra el semen masculino.

Las hernias discales lumbares en el hombre, aconsejan tener que tomarse serios controles de la actividad sexual, si no se quiere llegar a situaciones articulares verdaderamente traumáticas.

La esclerosis cerebral prematura, suele tener una base en la insistencia muy prolongada y muy reiterativa de la actividad sexual. Y es así como fácilmente podemos ver a individuos varones, en torno a los 65 años, idiotizados por su rutinaria eyaculación.

En los varones mayores de edad, pueden originarse mareos con pérdida de conciencia a partir de las 24 horas de haber realizado esfuerzos sexuales, que generalmente suelen achacarse a problemas cervicales y circulatorios.

A veces confundimos nuestra hombría, con la necesidad de convencernos o convencer de que no somos femeninos, asediando a las mujeres; y viceversa en la mujer.

Cambiemos cierto eslogan que en tiempos posteriores de la represión psicológica sexual se hizo famoso, por este otro, más racional y trascendente, que dice:

¡¡ Hagamos el amor y no la guerra ...
... al desarrollo de nuestra personalidad !!

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Angel Baña



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