Miopía e Hipermetropía
Conozcamos en primer lugar qué es realmente la tendencia visual de la Miopía y de la Hipermetropía, pues no se trata sólo de un asunto estructural de los ojos, sino de una tendencia innata de proyectarse hacia las cosas y situaciones. Con la imagen-tríptico que sigue trato de mostrar esto anterior:
La parte superior de la imagen ("Campo Global Visual") muestra el Campo Visual donde se van a proyectar el Miope y el Hipermétrope. De dicho Campo (ver ahora la parte segunda o central de la imagen), el Miope se motiva por ciertos detalles del mismo (en este caso lo que hay en su centro, hacia lo que "enfoca" su mirada), siendo así como captará lo que en la imagen se concreta con el círculo central, no resultando de su motivación el resto. El Hipermétrope (ver ahora la parte tercera o inferior de la imagen), motivado más por la globalidad o por la relación entre las cosas, no presta tanta atención a los detalles y percibe el conjunto. Y estos modos de proyectarse ante lo externo es lo que termina configurando la personalidad de cada cual, que en lo visual tomará forma con lo que venimos a llamar a cada una de esas "opciones" visuales.
La propia Naturaleza nos habla de cómo ella también interviene en los niveles más internos oculares, en este caso sobre los diversos modos de organización celular en la Retina, como expreso con lo que sigue de "grupos de células retinianas":
Teniendo en cuenta la existencia de grupos de células ganglionares retinianas de "centro encendido", que tienden a inhibir la percepción visual periférica, y de células ganglionares de "centro apagado", que tienden a inhibir la percepción visual central, el hablar de Miopía o de Hipermetropía debe hacerse desde otros presupuestos fisiológicos y anatómicos de los que tradicionalmente se hace, que no son otros que los de achacar esas "afecciones" visuales a "factores de focalización anterior o posterior a la fóvea central de la mácula", culpando ello a irregularidades en la longitud del eje ocular (distancia del cristalino a la mácula retiniana).
Si bien coexisten ambos tipos de grupos celulares retinianos, la tendencia predominante de cada individuo determina lo que prevalecerá en su acción retiniana, tal como ocurre con los ojos, que teniendo dos, es sólo uno de ellos el que lleva la "dirección visual en cada momento", si bien suele constituirse "director" casi de forma permanente uno de ellos.
No surge en sí la Miopía por un condicionante de la excesiva largura del eje ocular, que origina que la imagen se forme "antes" de llegar ésta a la retina. A pesar de esa mayor largura del eje ocular, la imagen sí llega a la mácula, pero lo hace en un área muy "puntual", activando la función de las células ganglionares de centro encendido, propia para la "percepción de objetivos concretos puntuales" por los que se motiva la persona miope.
De forma diferente es lo que se genera en la visión hipermétrope, que al activar los grupos celulares ganglionares de periferia encendida (centro apagado), la imagen central no llega bien "focalizada", porque tienden a activar la percepción más perifécica, propia de la "visión panorámica", en la cual la percepción puntual carece de importancia. Hay que tener en cuenta que esos dos modos de percepción visual son de claro antagonismo, y más aún cuando alguno de ellos se radicaliza en la personalidad de un individuo.
El objetivo que busca la psicología miope (la psicología subconsciente de cada individuo es la que hace surgir un modo u otro de mirar, enfocar y ver) es "la percepción del detalle", de los detalles de las cosas. El del hipermétrope es "la correlación de o entre las cosas" o visión de campo.
El modo de ver miope es parabólico; el hipermétrope es panorámico. Lo primero requiere el acercamiento al objeto (y abstraerse de la percepción del conjunto), con lo cual, la visión lejana se va a ver dificultada. Lo segundo requiere el distanciamiento al objeto (de otro modo sería difícil apreciar una panorámica), con lo que la visión cercana requiere un mínimo de distancia.
El modo de función cerebral de la miopía se basa en la memorización (resultado de la acumulación de datos aislados); el de la hipermetropía en el análisis (resultado de la interrelación de datos). La persona miope hace "fichas" de las cosas y de las personas. La hipermétrope "enjuicia" a raíz de la diversidad de información que va acumulando de las cosas y de las personas. El primero mantiene su primera impresión de las cosas; el segundo tiende a actualizar constantemente sus pareceres.
El predominio en el miope de los elementos centrales del cerebro, al tiempo que dificultan la intervención de las áreas externas del córtex cerebral, bases del enjuiciamiento y no de la memorización, potencian la acción de las vísceras centrales (estómago y corazón), que se corresponden con mayores capacidades gástricas y mayor atracción o sensibilidad a los colores de la gama del rojo, en contraposición con las funciones respiratorias (lo pulmonar) y los colores fríos o gama de azules, que lo son para el hipermétrope. [Nota.- La cualidad de percepción de los Colores depende de la cualidad estructural de las células cardiacas.]
La serie de circunstancias corporales que estructuran la condición psíquica del sujeto de tendencia miópica (ya latentes desde el período de concepción -en el vientre materno-), se establece fundamentalmente en el período de desarrollo de la motricidad de bebé, cuyas características van a impedir el uso de unas áreas cerebrales lateralizadas, a través de las cuales se haría posible una mayor amplitud de percepción visual, reforzando, por contra, la intervención de áreas centrales cerebrales que posibilitan el modo de ver focalizando. También en factores de carencia de estímulos visuales y auditivos laterales durante ese período de bebé, que puede prolongarse hasta años más tarde.
Con posterioridad a ese deficiente desarrollo motriz, la miopía tiende a reforzarse con actitudes (y sus acciones o hábitos correspondientes) que intensifican las matizaciones de tal condición óptica, pero éstas asentadas no solo en la inercia de sus actitudes psíquicas, sino también en la base de las debilidades arrastradas en el desarrollo primario motriz.
También podría agudizarse el grado de miopía por afecciones propias oculares inherentes a los hábitos nutricionales de la persona miope, que tiende al uso de la sal (sal común o cloruro sódico) y al no uso (o considerablemente menor) del azúcar, con lo cual se agudiza su tendencia orgánica y psíquica convergente.
En otros capítulos sobre la Visión, ya he hablado de la importancia de la ejercitación de los músculos de las extremidades del cuerpo para conseguir la activación oportuna de los músculos oculares que intervienen en el enfoque visual. Estos últimos no tienen como única función el dirigir el ojo hacia unos lados u otros, sino que son responsables también de los distintos modos de percepción. Por ejemplo, la acción del músculo ocular recto externo es responsable de posibilitar la apertura hacia la visión panorámica; pero cuando la movilización lateral del ojo está regida por el recto interno (del otro ojo), como es el caso en la persona miope, la tendencia que surge es la percepción focalizada, como resultado de una acción convergente ocular hacia el objeto.
La mecánica muscular ocular que hace posible el que un músculo interno (respecto al eje nasal del rostro) pueda accionar el ojo hacia lo exterior, está fundamentada en el acto reflejo que origina el ojo director sobre el otro ojo; y tiende a constituirse en ojo director el ojo del lado contrario donde está ubicado el objeto, movilizándose a raíz de la acción de su músculo recto interno. De esta manera, el cambiar la inercia de visión parabólica a visión panorámica se hace realmente difícil.
En el gráfico precedente, muestro la ubicación de dos objetos (Obj. izdo. y Obj. der.) delante de una persona miope. En ésta, la búsqueda del Objeto izdo. la realiza con el ojo derecho, a raíz de la acción directora del ojo derecho por el predominio de intervención de su músculo recto interno. La persona emétrope, de visión normal, llegaría a enfocar ese mismo objeto gracias a la acción del recto externo del ojo izquierdo, que es como también lo haría un hipermétrope.
En este otro caso (siguiente imagen) de búsqueda de un objeto central (en el centro de nuestro campo visual), la acción combinada de los rectos internos darán al miope una buena percepción del mismo, diferente de lo que consigue el hipermétrope, con cuya acción directora de los rectos externos no conseguirá la misma eficacia que el miope, a no ser que el objeto se encuentre a suficiente distancia como para que puedan intervenir con fuerza sus músculos directores.
Conforme nos vamos alejando de un objeto, los elementos retinianos que intervienen en la visión miope para la percepción de los detalles puntuales centrales, se van reduciendo muy notoriamente y es lógico que la visión vaya padeciendo de dificultad de enfoque. Al contrario que en lo hipermétrope, que se empiezan a activar con posibilidades de mayor nitidez las áreas periféricas inmediatas a esas zonas puntuales retinianas (recordemos los conceptos de "grupos de células de centro encendido o de centro apagado").
Yéndonos a la mecánica corporal que opera en el surgimiento de la miopía, debemos considerar que se inicia con la tendencia del sujeto a aferrarse (agarrarse) a los objetos que le van a permitir saltarse la necesidad de gateo. El individuo comienza a andar anticipadamente a lo que le correspondería por su edad. Corralitos, excesivas manos tutoras, muebles diversos, etc., van a posibilitar al bebé el ponerse en pie y ejercitarse con las piernas antes de cubrir la etapa de arrastre y gateo que precisa todo desarrollo progresivo de la mecánica motriz de un individuo, para adecuarse al proceso evolutivo natural que toda su estructura celular necesita para recuperar todo el potencial que está en ella desarrollar.
Los padres de una criatura así, tienden a alegrarse de que su hijo/a esté aprendiendo tan pronto a andar; lo ven como algo más evolucionado que si estuviera arrastrándose o gateando, sin saber que el desarrollo completo humano requiere pasar por las fases analógicas de lo que ha sido el desarrollo filogenético de la condición humana (proceso de evolución animada -animal- de la estructura orgánica que nos caracteriza).
Esta motricidad del andar a base de agarrarse, desarrolla determinadas estructuras musculares de los brazos, relacionadas con el "aferramiento", e impide la ejercitación de estructuras con base en el "apoyo". El miope adquiere así mucha fuerza en su capacidad de apretar (y mantener apretado) con la mano, pero tiene debilidad en apoyarse sobre la palma de la mano haciendo presión sobre el suelo (o base de apoyo) con los extremos de los dedos y no solo con el apoyo de los huesos carpianos de la mano. Esto hará que en lo ocular vaya surgiendo un fuerte desarrollo de los músculos rectos internos, sobre sus antagónicos los rectos externos.
La Aponeurosis palmar o área tendinosa que constituye la palma de la mano, sirve al hipermétrope, con la mano abierta, para dar fuerza al apoyo de los dedos, que adquieren fuerza de empuje hacia el frente (o hacia una base de apoyo). A esto se le une la ejercitación de los músculos Cubital posterior (extensor carpi) y Extensor común (extensor digitorum), que se desarrollan en la acción de avance mecánico del gateo, y la intervención de la base tendinosa (porciones más cercanas a las muñecas) de los músculos internos del antebrazo Palmar mayor y Palmar menor.
Así, los dedos del hipermétrope llegan a adquirir mayor fuerza y resistencia en la posición de extendidos presionando con fuerza sobre el suelo, en una acción contraria de la que caracteriza al miope, en el cual su fuerza y aguante está con la flexión de los dedos para la acción de agarre. En el miope se desarrolla fundamentalmente la capacidad contráctil de la zona en sí muscular del antebrazo (la más alejada de la muñeca), en la acción de prender con fuerza con la mano.
Otras estructuras musculares que pueden desarrollarse fácilmente en la condición de visión miope, son la del bíceps de los brazos y la zona más interna del pectoral mayor, la cercana al esternón; en contraposición del hipermétrope que lo hará del tríceps y de la zona externa del pectoral, la cercana a su inserción en el hombro. Bíceps y pectoral mayor interno se ejercitan con la tracción, y tríceps y pectoral mayor externo se desarrollan con el empuje.
Con las imágenes que muestro a continuación trato de dejar bien claro los ejercicios físicos que son o no oportunos para el Miope o para el Hipermétrope:
La ejercitación de los Bíceps que muestran la imagen de aquí arriba y la de abajo, son contraproducentes para la persona Miope, pues la refuerza en su condición de tal. Sin embargo, son oportunas para que el Hipermétrope logre equilibrarse de su tendencia hacia lo externo.
La siguiente figura muestra a los músculos del brazo responsables de la "contracción" o cierre de éste, o el de su "apertura" o extensión. Lo son, respectivamente, el Bíceps y el Tríceps:
Las tres imágenes que siguen son para ejercitar los Tríceps, que procuran el "apoyo" o el "empuje" mediante la "extensión" de los brazos. Ejercicios ideales para la práctica del Miope a fin de vencer su inercia al "agarre" y la "tracción" que influyen en la convergencia de su condición visual.
La tracción desarrolla conciencia de la parte anterior e interna del tórax, y el empuje la conciencia de la espalda. Y es de esta manera, en el conjunto de lo expuesto hasta aquí, cómo lo miópico se vincula a estructuras corporales con connotaciones de concavidad (tendencia de hombros hacia dentro -hacia adelante-), y lo hipermétrope de convexidad (hacia fuera -hacia la espalda-). La condición miópica puede hacer tender a la persona a correr con los brazos casi cruzados por delante, o plegados por delante, y lo hipermétrope con ellos bien lateralizados, haciendo intervenir a los diferentes músculos que se insertan en la escápula.
Vemos con todo esto cómo la condición visual que caracteriza a un individuo no puede ser considerada como algo aislado y local, achacable a una condición aislada, sino que la misma interdependencia que existe entre todos los individuos de un colectivo social humano (realidad cuántica interpersonal), existe entre cada una de las estructuras de un organismo.
Conociendo lo anterior y las posibilidades de que disponemos para, desde las estructuras corporales que podemos ejercitar desde nuestra voluntariedad, ir remodelando lo que apreciemos de anómalo o impropio en nuestras estructuras internas (órganos de los sentidos, vísceras, cerebro y psique), las medidas que establezcamos para abordar aquello debe de ser bajo otros presupuestos bien diferentes de lo que nos ha venido acostumbrando la ciencia médica (física y psíquica) ortodoxa.
Para el caso concreto que nos ocupa de la Miopía, esforzarnos en ejercitar las áreas corporales "exteriores", a base de flexiones de brazos, en el suelo, con los brazos "lo más abiertos posible" para que trabajen además de los tríceps, especialmente las partes externas del pectoral mayor (superior). Si las manos las apoyamos sobre algún taburete bajito (como los de la figura o incluso más bajos) o unas maderas, el pecho podrá bajar aún más y ejercer mayor apertura torácica:
Y aún más interesante es la apertura de tensores (gomas elásticas) con los brazos bien extendidos hacia adelante. Con esto se ejercitan los músculos del hombro posterior y del área de la escápula, facilitando el acercar las escápulas, que es lo que más apertura torácica genera:
Un modo más liviano y también muy eficaz es lo que muestra la imagen de abajo, utilizando dos pequeñas mancuernas o algo que pese, en cada mano, inclinado el tronco casi a la altura de la cintura, para elevar los brazos en cruz. Cuando sintamos "quemazón" en la parte posterior de los músculos del hombro, será indicio de que lo estamos ejercitando correctamente y con efecto en ellos. Sin sentir el esfuerzo muscular "y mantenernos un tiempo" en ello, no se logra la eficacia que se pretende muscularmente:
Un ejercicio muy contraproducente para la persona con Miopía es el que muestra la figura siguiente, pues potencia mucho la intervención de los músculos "internos". Consiste en, desde la posición de brazos en cruz, vencer la resistencia de la máquina hasta llegar a situar los brazos en paralelo frente al pecho:
Procuraremos también, cuando estamos de pie normalmente, evitar la tendencia a estar replegados hacia adelante (hombros hacia adelante y que hunden el tórax) o con los brazos cruzados hundiendo el pecho.
Ejercicios de empuje lateral de la cabeza sobre una mano que coloquemos en uno de sus costados, es también oportuno. E igualmente hacer mover los brazos en cruz, mediante giros diversos que nos lleven a sentir la quemazón de los hombros por la insistencia del ejercicio, nos irá aportando mucha conciencia de nuestras estructuras laterales para vencer las inercias miópicas. Moveremos los brazos a la vez en giros del mismo sentido durante un tiempo, y luego en sentido contrario otro tiempo; el más interesante para el miope es el giro en que los brazos se elevan por delante y pasan hacia atrás por encima de los hombros, pues se ejercita más la tracción muscular posterior:
Podemos también ejercitarnos visualmente en el "seguimiento simultáneo" de pequeños objetos (son ideales pequeños puntos luminosos de linternas intermitentes, en un lugar algo oscuro) que vamos desplazando progresivamente desde nuestro frente, con los brazos bien extendidos, hacia los laterales de nuestro campo visual, hasta que tiendan aquellos a perderse de nuestra percepción óptica, que recuperaremos enseguida un poco (llevando los objetos algo hacia adelante) para seguir forzando el seguimiento externo (de nuevo hacia los lados) simultáneo con ambos ojos. Ese desplazamiento simultáneo de los puntos luminosos, respecto de nuestra posición mirando al frente, es lo que pretende representar el gráfico siguiente.
Si bien este ejercicio es útil para ir venciendo la inercia de convergencia ocular (también incide en nuestro modo mental de operar), quiero insistir en que es a través de lo que dobleguemos nuestras estructuras corporales (lo articular anatómico a través de la dinámica muscular) donde vamos a hallar mayor eficacia en nuestras pretensiones.
Y ya que hablo de forzar nuestra corporalidad, un ejercicio bastante eficaz es el "puntal" que se hace en gimnasia deportiva; el típico "pino" con las manos en el suelo, los brazos extendidos y los pies hacia el techo, apoyados en la pared, para quienes se puedan permitir esta posición. Con ella forzamos bastante el cambiar de aferrarnos a apoyarnos, si conseguimos estar en dicha posición algunos minutos y forzar con el extremo de los dedos de las manos, presionando sobre el suelo, el equilibrio vertical. Pero, ojo, que si no se tiene el cuerpo apto para este ejercicio, podemos lastimarnos la cintura (lumbares).
Y como resumen de todo lo expuesto, conviene al miope ejercitarse en la intervención y toma de conciencia de sus estructuras musculares lateralizadas y las posteriores, disminuir la ingestión de alimentos salados o el uso directo de la sal, ejercitarse en la percepción simultánea lateral de su campo visual, esforzarse en una mecánica cerebral deductiva y no memorística, y no ejercitar aquellos músculos que potencian la tracción o el agarre. Pero la clave estará en lo que le procuremos a las criaturas con esa tendencia visual en lo más temprano de su crecimiento, cuando bebés, evitándoles los muy perjudiciales corralitos o situaciones similares, procurándoles estímulos sonoros y visuales laterales, y retrasando el deseo de verlos andando si previamente no han cogido soltura en el reptar y el gatear (con buen apoyo del cuerpo sobre los brazos y manos y no sólo apoyados casi exclusivamente en las rodillas, como algunos tienden a hacer si son propensos a la condición de miopía).
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