Dinámica Corporal
Quedarnos en el desarrollo del Cuerpo como tal, sin acceder al cometido que nuestras intervenciones físicas deben tener sobre el Intelecto, sobre nuestra Mente, es despreciar el valor principal del Cuerpo, sumergiéndonos en una condición de freno o dispersión de lo que éste aporta a la evolución de la condición humana.
Tradicionalmente, en ámbitos de la Cultura (Consejerías de Educación y Ciencia) se ha considerado a la Educación Física como algo evasivo de la actividad intelectual; como algo oportuno para soltar tensiones o aliviar algún tipo de esfuerzo en otras áreas de la actividad humana. Pero nunca como algo verdaderamente formativo de la estructura cerebral. Y es que no se ha sabido hacer una valoración de las influencias de los diferentes modos en que puede desarrollarse la acción dinámica, ni el cometido que en lo mental ejercen los diferentes deportes. Se ha sabido desarrollar en ellos lo competitivo, pero no lo formativo; no se ha sabido desarrollar su tremendo valor en la formación de la estructura cerebral.
Algo análogo a esto ha ocurrido con la consideración de la Sustancia Gris del cerebro o Corteza Cerebral, y la Sustancia Blanca. A la primera se le ha dado mucha importancia, sin haberse llegado a declarar de forma contundente cómo la validez de ésta, de la GRIS, va a depender del desarrollo e intervención eficaz de la segunda, pues ésta, la BLANCA, es la responsable de la posibilidad de interacciones de las distintas áreas de la Corteza Cerebral. Interacciones que dan lugar al acto intelectivo del discernimiento, generador de la comprensión, valor principal a desarrollar por la condición humana.
En la sustancia Gris se acumulan los datos que recibimos a través de los diferentes Sentidos, pero estos datos hay que poder relacionarlos entre sí, y esa interrelación se hace a través de los canales neuronales de sustancia Blanca que se hayan desarrollado en el individuo. En la formación de esos canales o establecimientos de "neuronas de relación" es donde surge la sustancia Blanca, y en ello está la trascendencia del desarrollo dinámico corporal que realice la persona.
La Sustancia Gris constituye el área externa que aparece sombreada. Las líneas curvas a modo de flechas (neuronas de interrelación) son ejemplos de cómo se constituye la Sustancia Blanca que inunda toda el área interna del cerebro.
¿Y qué cuenta en todo esto el Deporte, la Educación Física, la Gimnasia, los Movimientos de coordinación corporal, la Actividad dinámica en general, etc.? Pues sencillamente que esas dinámicas corporales son las responsables del desarrollo oportuno y eficaz de esas neuronas cerebrales que constituyen la Sustancia Blanca.
No cualquier dinámica corporal interviene en todo el cerebro, sino que diferentes estructuras corporales se relacionan con áreas diferentes del cerebro. Así, por ejemplo, las dinámicas en las que intervienen los brazos activan los desarrollos de las actitudes intelectuales. Las dinámicas de piernas desarrollan las actitudes emocionales. La ejercitación de la parte externa de los brazos (tríceps y hombro posterior) estimulan la capacidad de análisis; la interna (bíceps y antebrazo), la capacidad de memoria. Y así ocurre en todo el cuerpo. Por tanto, no se trata simplemente de que debamos hacer deporte, o ejercicios, sino contemplar qué aspectos de nuestra personalidad debemos atender especialmente, y centrarnos en deportes o, más bien, en modos de ejercicios que nos ayuden a armonizar, equilibrar o corregir lo que nos interese.
Actualmente no es mucho lo que se conoce sobre relaciones Cuerpo-Personalidad, pero existen trabajos específicos que mucho aportan al respecto, procedentes de estudios de diversas disciplinas Reflexológicas, fuera del marco de estudios oficializados. Como información general de fácil utilización, debemos saber que cualquier desequilibrio que hayamos constatado en nuestras capacidades físicas y dinámicas, están relacionadas con desequilibrios o desarmonizaciones de nuestra personalidad.
Por otra parte, desarrollos innatos de mucha capacidad en algo, mantienen importantes discapacidades en otro algo, que si bien no alcanzamos a ver su importancia en lo físico, sí la tienen en los ámbitos de la personalidad. La parte izquierda del cuerpo, con sus extremidades correspondientes, desarrollan la estructura del hemisferio cerebral del lado derecho, caracterizado por su componente emocional; la parte derecha corporal y sus extremidades, desarrollan la izquierda cerebral, de componente racional.
Podemos estar dados a pensar que si intensificamos en todo tipo de ejercicios (o deportes), potenciaremos así nuestras capacidades intelectuales y armonizaremos en gran medida nuestra personalidad, pero no se trata de esto, pues aplicaciones intensivas a lo corporal restan posibilidad de aplicarnos al desarrollo de lo psíquico o mental. Son dos áreas de la persona claramente diferenciadas. La intensidad en una de ellas irá en detrimento del desarrollo de la otra. Se trata, pues, de saber encontrar un modo de aplicarnos oportunamente a ambas y, sobre todo, saberlas ir alternando, para que ningún esfuerzo prolongado en una de ellas origine un deterioro de la otra. Ni ser un hombre-Cuerpo (o mujer-Cuerpo), y de esto hay muchos ejemplos en la vida ordinaria, ni un hombre-Cerebro con un cuerpo casi por completo degradado, como es el caso notorio del físico inglés Stephen W. Hawking, sobre cuyo origen de tal tipo de afectación corporal tiene experiencias el autor de este escrito.
La transcendencia de la dinámica corporal para el desarrollo del cerebro no hay que considerarla solamente por su influencia a nivel general, sino que cada músculo en concreto, es responsable de estimular desarrollos específicos neuronales. Ya expresé que la dinámica y ejercitación de los brazos alimentaba lo racional, y las piernas sólo lo emocional. Sabemos que los deportes de intelectuales han sido el Balonmano y el Baloncesto, y el de los no aficionados a lo intelectivo, el Fútbol.
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