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[Actualizada: 10 Septiembre 2025]

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Más de nuestro Proceso Espiritual

Imagen y Semejanza de Dios?

 

Dije en "Proceso 1" que no somos Imagen y Semejanza "de Dios", sino "de su Esencia". Y esto lo explico a continuación:

Así como mi Espíritu alienta desde sus Valores todas las funciones de mi Organismo con perfecto orden, equilibrio y eficacia para las funciones que debe realizar para el desarrollo de mi Consciencia, igualmente Dios alienta la organización y proceso evolutivo de todo cuanto se expresa de alguna forma en el Universo.

Mas no por "alentar" mi Espíritu al Cuerpo, debo identificar a aquel con los elementos que constituyen el Cuerpo, pues el Cuerpo sólo sirve a mi Espíritu para expresarse a través de él en los mundos de la Materia, en los cuales evoluciona en sus primeras etapas de existencia como Ser. El Cuerpo, además, es caduco, siendo mi Espíritu, mi Ser, inmortal y eterno a partir de su creación.

Mi Ser en sí es Potencialidad, existente en cuanto que “Es”, aglutinando los Valores que desde un plano plenamente inmaterial o abstracto, moviliza todos los elementos que le van a servir para expresarse, y reconocerse en ello, a lo largo de toda su experiencia materializada o manifestada de alguna forma.

Considerando lo que el Kibalión expresa como el Primer Principio que rige el Universo, el Principio de Mentalismo, expresando que “Todo es Mental”, y consciente de que la Mente no se “ubica” en el Cerebro (ni en nada corporal), como muy bien demuestran las “experiencias cercanas a la muerte” (ECM) y las conexiones con desencarnados, podemos entender que la Mente es una Potencialidad con entidad (realidad de Ser) propia.

Esto viene a mostrarnos que considerando al Cuerpo finito (temporal) y a la Mente persistente (eterna), la Realidad Viviente es “lo que Somos en cuanto Mente”, algo que la propia Ciencia no sabe ubicar o especificar como la realidad de todos los Seres, por cuanto no se ajusta a sus imprescindibles postulados de medición y control previsible, aunque mucho ha avanzado en la manipulación de las reacciones del cerebro, como factor o estructura condicionante del Ser encarnado.

De lo expresado sobre la Ciencia, añado el que sin saber ir más allá de lo que puede medir, palpar o pesar, considera que lo Real es lo que tiene alguna consideración material, dentro de lo cual ya incluye a la Energía, por cuanto expresa que toda Materia es energía y que ésta puede mostrarse tanto como materia (partícula) o como energía en sí (onda). Mas queda la Realidad de lo que Somos fuera de su alcance y consideración mientras tanto no incluya en sus elementos de estudio los factores “extrasensoriales” (más allá de los sentidos físicos) que el ser humano posee, donde están la Intuición, la Videncia, la Clariaudiencia, etc., con los que incluir más premisas para la concepción de la Realidad Viviente y lo que realmente Somos más allá de las manifestaciones “visibles” o constatables por elementos de su técnica desarrollada hasta hoy.

Tras lo anterior, retomo el que la Potencialidad que Somos, si bien no palpable con lo acostumbrado a utilizar para definir si algo existe o no, es decir, los sentidos del cuerpo físico, es donde debemos situar nuestro pensamiento y sentimiento de lo que constituye nuestra realidad, lo que Somos, y desde la cual aprender a enfocar nuestra existencia y cultivar todo aquello (valores, cualidades,...) que deseemos se mantenga en nosotros tras la desencarnación. Con ello uniríamos las experiencias de nuestro Ser en los dos planos, el de lo Encarnado y el de lo Desencarnado, que en sí estructuran lo que vamos llegando a Ser.

Y en ese enfoque de nuestra existencia deberíamos añadir a nuestro proceder lo que precisamos para vivir con más acierto y eficacia el tránsito de un plano al otro, sin los aferramientos a lo corporal, emocional y material que tanto condiciona el desprendimiento del Espíritu hacia su otra condición vivencial, así como enfocar nuestro crecimiento Moral, no sólo el Intelectual, en lo que se requiere para lograr estados de bienestar y dicha en el plano astral, y no de sufrimiento y necesidad de posteriores “regresos” expiatorios de improcedencias morales respecto de la Ley de Amor que rige en todo cuanto debe ser expresado como actos de los Seres.

Queda sólo considerar, pues, retomando lo expresado en los primeros párrafos, que así como no Somos nuestro Cuerpo, sino la Potencialidad expresada por nuestro Espíritu, por la misma circunstancia Dios, que alienta todo en el Universo, no es éste, ni su forma ni lo que de él podamos considerar. Dios es la Potencialidad que lo ha hecho posible y cuyos Principios o Esencia lo rigen. En Su Potencialidad (absoluta) está la Abstracción de infinitud de Valores que debemos concebir dentro del binomio “Sabiduría y Amor supremos”, poseedor de todo germen vivencial.

Las imágenes que siguen ayudan a lo más acertado de una posible definición del Ser Humano y del propio Dios. Se trata de la conjugación de los Valores claves que contienen, con el fin de captar cómo se interrelacionan e intervienen unos en otros.
 


 

El Alma, en su Dimensión Etérea, valiéndose de las coordenadas Espacio-Tiempo, hace posible la presencia del Cuerpo, posibilitando su permanencia mientras se mantiene atada a tales coordenadas. Coordenadas generadas por la interacción coordinada de los Valores de Sensorialidad e Inteligencia sumergidos en lo Sensorial y el Intelecto.

Estructurando ahora la Esencia de Dios, vemos la analogía con la estructura Espiritual que surge de Ella (la de nuestros Espíritus). Nuestro Ser etéreo surge como emanación de su Espíritu Puro, en un proceso de crecimiento hacia su pureza intrínseca; y en su evolución, en su caminar a través de los Principios de Sabiduría y Amor que debemos ir sabiendo incorporar en nuestro Ser, vamos dando lugar a las estructuras corporales que nos irán posibilitando el reconocimiento de cuanto vamos desarrollando, hasta que no nos sean necesarias tales consideraciones a través de lo corporal para sabernos Ser y lo que vamos alcanzando a Ser, como ocurre en los planos espirituales de más pureza.
 


 

En Dios, la interacción de sus Valores de Amor (dar de sí) y Sabiduría (inteligencia suprema), van dando lugar a cuanto se manifiesta como Universo, que vuelvo a decir “no es Su Cuerpo”, sino lo que va siendo Su Creatividad, como en nuestro Espíritu fueron siendo los Cuerpos que generaba. Y ambas, la creación del Universo y la de nuestros Cuerpos, vienen a mostrar la Infinitud de posibilidades de modos de expresión que dimana del binomio Sabiduría-Amor, como el de Intelecto-Sensorialidad en nuestro limitado pero constantemente creciente desarrollo.

En todo este contexto, la Energía no es en sí la Fuerza que da lugar a cuanto se manifiesta, pues aquella entra en la dimensión de lo material (partícula o radiación).

Es la Voluntad, inmersa en los Valores de la Potencialidad Mental, la Fuerza primordial. Fue así que el Universo fue creado por Dios con Su Voluntad: ¡Hágase!

La Energía surge de la Voluntad de Hacer, de Dar de sí (del Amor). La Potencialidad, en la que está inmersa la Sabiduría, se estructura a partir de que se expresa en algo, de que se manifiesta como Amor. Esta Manifestación, al provenir de la Sabiduría, conlleva Equilibrio, que es la capacidad de “Permanecer”, conteniendo los factores de una Tetrapolaridad inicial como la que ha permitido la representación de las Estructuras que más atrás se expresan en imagen.

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Que la Paz sea en tu Corazón
y la Luz en tu Discernimiento.


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Angel Baņa Ruiz

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